27. Hermanos

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Llego a casa y veo a Eliza parada en frente de la puerta, sonriéndome. Se nota, quiere agradarme, lástima que llegó tarde para eso. Yo odio a todo el mundo, incluso aunque muestre alegría como si nada.

—¡Hola! —expreso animado.

—El otro día empezamos con el pie izquierdo, así que ¿Amigos?

Ni aunque me pise un tren. Aunque técnicamente los que estén dentro de este son los que morirán y no yo. Creo que no lo pensé bien, siendo un ser del inframundo.

—No es necesario, ya tengo un amigo, pero gracias por la oferta —camino en dirección a mi habitación.

—Rein, espera —me sigue —. Sé que podemos llevarnos bien —insiste impidiendo el paso a la puerta —. Tú hermano me contó... —se detiene cuando frunzo el ceño —quiero decir, no todo el mundo es malo, puedes tener más de un amigo. Maik y yo tenemos una buena relación, pero no queremos que te sientas incómodo con mi presencia.

—¿Y por qué no te vas y listo el problema? —sonrío.

—Por... porque... —se pone nerviosa —voy a vivir aquí muy pronto y...

—¿Qué? —expreso sorprendido.

"Matemosla ahora y ocultemos el cuerpo".

"Buen plan, traigan la pala".

—¿Te molesta? —dice nerviosa.

Sonrío.

—En absoluto.

"Perfecto, ahora hay que decidir dónde la asesinamos".

"La cocina es la mejor opción".

Días después, la tipa está instalada en mi casa ¡Mi casa! Si no hubiera ido a buscar a ese maldito restaurador en ese estúpido viaje ¡Esto no estaría pasando, estúpido Blake! ¡¡No me trae soluciones sino problemas!!

—¡¿Puedes creerlo?! —le digo a Max mientras como helado sentado en en una de las sillas afuera de la tienda —¡¡No la soporto!! —me quejo.

El castaño se ríe.

—¿Tienes hermanitis aguda o qué? —se burla inventando enfermedades inexistentes.

Meto otro poco más de lado en mi boca y luego le contesto.

—¡Estoy en un problema aquí y no me escuchas! —me quejo.

—Yo solo noto a leguas tus celos de hermano —se acomoda en su silla y levanta la pierna —¿Qué otro problema podrías tener con esa mujer? Déjalos ser y ya —sonríe ampliamente.

—Pero... —hago puchero.

"Él no nos entiende".

"Él también debería morir".

"Idiota, mantenlo".

—Dale un oportunidad —insiste.

Inflo los cachetes.

—No quiero.

—Ya estás grande para hacer eso —se ríe.

—Y es por eso que no eres comida —me burlo.

—¡Ah, no me lo recuerdes!

Mientras se alarma me distraigo viendo algo al otro lado de la calle, en la otra vereda, es extraño, rara sensación.

"Vamos a ver".

Me levanto de mi asiento.

—Ahora vuelvo ¡No te comas mi helado! —cruzo y voy en dirección al callejón.

—¡Espera! ¡¿A dónde vas?! —lo oigo decir pero ya me aleje.

Camino en la oscuridad y avanzo despacio mientras las pocas luces del sol se reflejan, al final del callejón, él sale de las sobras y lo veo.

—Emmet.

—Blake dice que has descubierto algo —informa fríamente —. Le comunique tu problema, pero antes necesita la información.

Sonrío.

—¿Y es tan cobarde que te envía a ti?

Camina hasta mí y se acerca lentamente, da algún tipo de escalofrío.

—Te oí —dice a centímetros de mi rostro —te gusta cuidar de tu hermano, pues bien, yo también cuido del mío.

—Ya... ya veo... —me pone nervioso.

—¿Me dirás lo que estoy buscando? —me agarra la barbilla.

—No —me pongo firme —antes quiero mis soluciones.

—Tus soluciones —repite y me observa muy fijamente —. Te doy mi palabra, ahora dame la información.

—No creo en tu palabra —frunzo el ceño.

—Te enseñaré a usar la piedra de manera correcta —asegura y suelta mi rostro para poner una tarjeta en mi mano —. Esta es la dirección de mi casa —vuelve a levantar la vista sin dejar de mirarme —. Ahora dime lo que estoy buscando.

Trago saliva y confieso nervioso.

—Es... digo, buscas a Darren Wein.

Es Nyx #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora