Es Nyx #3

24. Regreso a casa

2 años después.

Mi nombre es Nyx, significa noche, lo que me representa muy bien, el de la idea ha sido Blake. Sí, ya lo conocí, aún sigo buscando a su restaurador.

Hoy regreso de un viaje, mi cabello rubio con tintes celestes revolotea mientras manejo mi motocicleta. Participe en varias carreras y conseguí el dinero para comprarla. Hubiera estafado a alguien pero se ha vuelto una práctica algo aburrida.

Al final utilice la mentira de que estuve yendo a la tal universidad de Blake Razieli, para que mi hermano no se preocupará e ir a dónde quiera sin que se enteré, es una estupenda excusa.

Antes de llegar a casa, sonrío cuando provoco un choque con mi poder de mala suerte y así paso el semáforo en rojo. Giro en una curva a toda velocidad y entonces rato después estaciono. Agarro mi ropa de chico, entro como si nada hacia mi cuarto, allí cambio de forma y me pongo la vestimenta masculina. Salgo de la pieza y veo a mi hermano que viene de la cocina.

Sonríe.

—Volviste, que alegría.

—Te extrañe —lo abrazo.

—Que bien, quiero presentarte a alguien.

Me alejo y frunzo el ceño.

—¿Qué?

—Ven Eliza —mira hacia la cocina y una chica de cabello color cobrizo viene de allí.

—Hola —me saluda —. Tú debes ser Rein, un placer —alza su mano pero no acepto su gesto.

—Rein —Maik me observa expectante por mi reacción.

—¿No es demasiado joven para ti? —opino y agarro una galleta de la mesa para ignorarlos.

—Rein ¿Qué es esa actitud? —se queja —Ya eres universitario, tienes 19 años, compórtate —me reprende.

—Y tú eres un doctor recibido de 25, no andes con alguien de mi edad, que horror —me como otra galleta —. Esto está delicioso.

—Las hice yo —se cruza de brazos la tal Eliza, frunciendo el ceño.

—La culpa nunca será de la comida —me giro —. Me voy a dormir, tuve un largo viaje —cierro la puerta con fuerza cuando llego a mi habitación —. Que desaparezca —digo molesto y explota la lámpara del techo —¡Maldita sea! —tiro la piedra a la que se le acabó la magia —¡Estúpido Blake!

—Rein ¿Estás bien? —pregunta mi hermano detrás de la puerta y me sobresalto.

—¡Sí! —grito nervioso —¡Voy a dormir! —me tiro en la cama.

"Esa chica, la conocemos".

—¿A qué se refieren? —bostezo.

"Te mostraremos".