0,07
Entre heridas y recuerdos
Provoca a la fiera que tranquila está, y luego, la harás despertar.
Escupí por tercera vez la sangre, respirando varias veces sabiendo que, sí dejaba que mi boca se llenase de sangre, moriría.
Las sensaciones estaban presentes en mi cuerpo, como un hormigueo que iba de pies a cabeza, durmiéndome, luego despertándome, haciéndome saber que pese a no sentir nada, cada extremidad de mi cuerpo parecía apagarse ante los golpes que recibía.
—Ah, ¡vamos, perra asquerosa! ¡¿Me vas a decir que sigues sin sentir algo?!—gritó uno de los guardias de Cid, agachándose con el arma entre manos, mirándome con deseo.
Levanté el rostro, sabiendo que éste mismo estaba lleno de morados ya pronunciados, sangre seca y nueva que brotada, y le sonreí.
—Es tú problema.
Ahí fue cuando recibí otro golpe con el arma y aunque cada parte de mí quiso golpearlo más fuerte, seguía drogada y encadenada.
¡Maldición, estaba con mi cuerpo dormido, casi inconsciente!
Azorada, sentándome de nuevo tras el golpe, giré el rostro. No deseaba verles, no buscaba que me golpearan más, los azotes habían sido suficiente, sabía que después yo misma debía cuidarme, evitar que quedasen demasiadas cicatrices que como decía Cid: arruinaran mi belleza.
Recuerdo perfectamente las veces que me quedé por horas en la bañera, observando desde el espejo las heridas que había quedado en mi cuerpo, sin poder sentir algo, solo viéndoles como un horroroso recuerdo y evidencia de lo que había sucedido. Más de una vez, impedida, queriendo saber qué era el dolor, qué era sentir aunque fuese el ardor de las muchas quemaduras que me habían llegado a hacer, toqueteé mi cuerpo, en intento de descubrirme a mí misma, de saber sí pasando mis dedos por las heridas, lograría sentir.
Quizá era curiosidad o estupidez mía.
Tal vez más lo último.
Pero nunca logré sentir nada más que insomnio, en noches sofocantes llenas de oscuridad y seres sombríos que me visitaban bajo la luz de la luna.
—Deberías dejarla—Le comentó su compañero—. Es cierto, Will. Ella no siente nada y lo único que harás, es que Cid se enoje si la dejas en peores condiciones.
Me burlé ante su aparente preocupación, rodando los ojos, notando que uno de ellos ya estaba inflamado, sangrante.
— ¡¿Mucha risa?!—exclamó de nuevo, acercándose, jalando de la cadena en mi cuello. Gracias al cielo no estaba tan apretada y solo fruncí las cejas—. No eres más que propiedad ajena, jamás será libre, ¿oíste?
—Sí, me golpeaste—sonreí, cínicamente—, pero no lo suficiente como para dejarme aturdida o sorda.
—Will...
— ¡REPITELO!
—Golpeaba mejor yo de niña, sin entrenar—imitando una carcajada, parpadeé, sintiendo el hormigueo que enviaba la gota plateada— ¿A eso le llamas golpe?—Con una notoria y escandalosa respiración, me dejó saber que lo había provocado lo suficiente como para que se acercase más. Sería fácil quitarle el arma dándole un golpe con mi cabeza—. Suéltame y te enseño un poco.
El tal Will, notoriamente molesto por mis palabras, dejando que la furia lo llevase fuera de sus cabales, sujetó su cabello fuerte— éste era rubio opaco— noté lo poco que había dormido, lo sucia que estaba su ropa y lo descuidado que era ya que, dejó su arma cerca de mí. Atisbé los movimientos de su compañero que, más inteligente, alejó el arma y ajustó las cadenas que ésta vez eran diferentes; cubrían completamente mi mano.
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REFLEX [✔#2]
ParanormalSEGUNDO LIBRO DE LA SERIE #2 Seguramente ya te han consumido, pero ahora... ahora te harán sentir. #2 Suspense 20/01/21 Protegida por Derechos de Autor Co, 2020. © No copiar, no adaptar ni tomar nada de la historia.