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En la oscuridad, en las tinieblas y en la luz

Los gemidos resuenan, el deseo presiona pero tú, tú solo quemas

Hice doble actualización, así que revisa sí leíste el capítulo anterior. Y gracias por leer ❤

Entre los incesantes gritos retenidos, pasando por las bestias encadenadas y la necesidad de un poco de libertad, en medio del auge de la pasión y exagerados gemidos consumidos, me hallaba yo, encima de una de las mesas redondas que brillaban en medio de la oscura habitación, con mis piernas deslizándose por el tubo plateado y los cristales chocando contra mi cuerpo. El sudor se deslizaba por mi espalda, así que de éste mismo modo, parecía brillar gracias al rastro de las horas que llevaba bailando.

Estaba encerrada, sí.

¿Tenía algún trabajo esa noche?

No. Excepto entretener a Cid quien, tras varios tragos, me había llevado a uno de los salones donde se encontraban reflejos y esklave, deleitándose entre sí, siendo solo el resultado de las acciones de Dark. Era la única razón por la que todas aquellas personas se hallaban en esa situación: consumiendo y sufriendo entre sí. Las drogas y bebidas que vendía Cid gracias a los esklave bañados esta vez en chocolate, estaban siendo como siempre, la sensación del momento.

Fruncí el ceño al ver cómo un reflejo tomaba a un esklave por el cuello, gracias a la cadena que a duras penas le permitía respirar, y le atrajo hacia un sillón frente a mí donde, evidentemente, solo buscó excitar al humano para luego, abrir el pequeño pantalón que llevaba, haciéndole el favorcito, y consumiendo al tiempo.

Viéndolo de ese modo, los reflejos debían trabajar bastante para consumir.

Vaya oral le había hecho... pff

Pasé mis manos por mi cabellera rubia, suelta y con diminutos diamantes haciéndole brillar, tomándome del cuero cabelludo, moviendo las caderas con mayor parsimonia, sabiendo que sí no lo hacía, regresarían los castigos. Cid estaba principalmente decidido en hacerme esa clase de cosas en esa época donde, aparentemente, noté que algo no estaba funcionando como él quería.

— ¡Vamos, ¿qué esperas?!—exigió otro reflejo, tomando del cabello a un esklave—. Tienes que gritar, tienes que decir mi nombre.

Todo a mí alrededor era la representación de la presa y el cazador. Los esklave estaban siendo entregados sin pudor alguno, desnudos y maltratados alrededor, con el propósito de sentir, de transmitir aquel deseo a los reflejos. Los sillones redondos de terciopelo rojo decoraban las esquinas del gran salón—uno de los tantos que había en la mansión—, había plumas negras enfrascadas en grandes estatuillas de cristal que formaban a mujeres y hombres desnudos, como los de mi alrededor.

Rodeé el tubo y bajé lentamente, sin perder la vista de las bombillas cálidas que se encontraban en todo el techo, dejando a duras penas visible los rostros de todos los presentes quienes, disfrutaban de la oscuridad y a penas la luz que brindaban éstas luces, junto a las velas negras.

Lo único que lograba oír, además de la música lenta y sensual que sonaba, porque sí, esa era una de las principales cosas que incitaban a todos, eran gemidos, gritos y exclamaciones. El humo negro era una de las cosas que, aunque no hacía parte de la decoración, formaban el lugar, siendo resultado de lo mucho que consumían los reflejos, dándole un ambiente más oscuro que entre latigazos y lubricante. Bufé al verles a todos con rostros de: uh, otro orgasmo, sí, dame más...

—Esa mancha en la alfombra no quitará—susurré para mí misma, subiéndome al tubo, dando giros.

I Feel Like I'm Drowning de Two Feet sonaba en una versión lenta que, entre exclamaciones hacia el cielo y gritos incesantes de las bestias enjauladas, me dejó moverme con deleite, sintiéndome observada por los humanos que iban a negociar con Cid.

REFLEX [✔#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora