Tierra temblorosa, poder antiguo, sombras esclerosas y la rendición total.
Una batalla se acerca, una pelea se avecina, junto a una guerra, que ya no es amiga.
Bufé, mordiendo mi lengua.
—Vaya fortachones los que te cuidan la espalda ahora—dije, aun mostrando mi lengua. Estuve a punto de golpearlos o señalarlos, pero sus sensuales y amenazantes miradas me dijeron que podíamos divertirnos luego.
Caminé un par de pasos hasta que, con ojos curiosos, sádicos y deseosos, Cid alzó la mirada. Sí hubiese tenido un solo sentimiento de los que Derian me daba, habría vomitado frente a él, quizás hasta hubiera temblado mientras intentaba apuntarle o jugar con un cuchillo, pero no. La firmeza sostuvo mis palabras y cuerpo, en cuanto lo observé con soslayo. Las velas en medio de la mesa iluminaron su rostro, en tanto terminé acercándome para tomar la oliva que estaba en el fondo de una copa, metiéndola lentamente en mi boca.
Con la atención de los reflejos, más que nada en mi traje ajustado y labios pintados de rojo, pregunté:
— ¿Acaso son capaces de ir al baño, sin compañía, señoritas? ¿O necesitan ir juntos?
Uno de ellos, el rubio, gruñó por lo bajo, en un sonido ronco y provocador que seguramente hubiese hecho que cualquier esklave se deslizase a su regazo. Para su mala suerte, yo nunca había sido uno de ellos. Los demás respondieron, dirigiendo su vista a su señor, quien solo asintió complacido por mi presencia.
Ya no era la niña que caminaba entre paredes para escuchar sus planes a escondidas, con tal de estar un paso más adelante que todos, ya no era la jovencita que se levantaba a las tres de la mañana para practicar antes de que me llamaran, con tal de no fallar ni una sola vez. Mucho menos era la chica que no comprendía los sentimientos y emociones, cuando semanas atrás, les había saboreado a flor de piel, pese a no ver un rastro de estos en ese instante.
Alzando el rostro, me dejó saber que notaba el cambio en mí.
— ¿Qué te trae por aquí después de tanto tiempo?—Se cruzó de manos. Sus soldaditos de papel sostuvieron disimuladamente las armas que tenían al alcance, escuchando nuestra conversación. Alcé una ceja—. Te creía en las Bahamas, con sirvientes, cocteles y joyas.
Me puse la mejor máscara, de difusa diversión rotando en cada poro cuando encogí los hombros, tomando asiento frente a él. La indiferencia pronunció mis movimientos.
—Me gustan los lugares fríos.
Ambos habíamos estado esperando ese momento desde hacía mucho. Quizás él, más que nadie, al haberse acostumbrado a tenerme bajo su control todo el tiempo. Jugué con las cartas que estaban bajo mis manos y volví a sonreír, subiendo los pies a la mesa. Porque ahora era yo quien dominaría, quien decidiría sí él vivía o no.
Ese fue el problema de Cid, al querer convertirme en la mejor en mi trabajo, porque sin percatarse, durante los años, creó un monstruo sangriento que ya no podía controlar y que en el momento menos esperado, lo enfrentaría.
Las botellas de alcohol estaban por la mitad, y los platos con restos de huesos permanecían a un lado de la tienda, junto a las velas, en el intento de bajar la peste que traían consigo, con espirales centellantes. Pusiesen aromatizantes o no, seguían atrayendo la miseria en persona. Uno de los reflejos me miró de reojo—un nuevo—, sopesando sí yo sería capaz de enfrentarle.
Devolví la mirada con una sonrisa vaga, sabiendo que muchos me subestimaron por ser mujer, por parecer una muñeca al lado de Cid todo el tiempo; en silencio, arreglada y oculta entre las sombras. La verdad ahora, era que ya no me escondía, ahora era la sombra, en la penumbra, que los consumiría.
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REFLEX [✔#2]
ParanormalSEGUNDO LIBRO DE LA SERIE #2 Seguramente ya te han consumido, pero ahora... ahora te harán sentir. #2 Suspense 20/01/21 Protegida por Derechos de Autor Co, 2020. © No copiar, no adaptar ni tomar nada de la historia.