Alma quebrada, alma marchita, busca la paz, entre la brisa.
Tenía sangre seca en mis manos, cuello, rostro; todo mi cuerpo. Los restos seguían en mis uñas y apenas sentía que podía caminar, con el peso que de repente se había apoderado de mí, en segundos. Todo fue... fue como estar en automático. No pensaba, solo actuaba. No detallaba quién me atacaba, solo asesinaba. Los rostros apenas y eran visibles en mi mente, entre los borrosos recuerdos, y aquellos sentimientos que en un momento Derian logró llamar, desaparecieron en segundos como la misma brisa fresca que besó mis mejillas esa mañana.
Posé mis manos una y otra vez entre los troncos, dejando las marcas de sangre, tambaleando, caminando en zigzag, apenas siendo consciente de que caminaba, con las piernas tensas, los músculos de mi cuerpo aclamando por descanso y el corazón en paz, pese a haber tenido al suspiro de la muerte silbando.
Había sido... un desastre.
— ¿Estás segura de lo que haces? ¿Es por aquí?
Izye se aseguró de encontrar un camino limpio de todo guardia y magia driagna cuando corrimos por el bosque. El mismo viento, decía ella, era una señal de advertencia para los reflejos y solo de ese modo podían dar una entrada limpia, despejada. Habían dejado a reflejos regados del este al oeste, resguardando no solo la casa, sino parte del jardín. Eso complicó parte de las cosas. Sin embargo, conocía el terreno, no contábamos con que ellos supieran de los pasadizos que tanto había usado de niña y los túneles subterráneos que pocas veces llegó a usar Cid, seguían ahí, tan vacíos y oscuros como siempre.
Nos deslizamos por la grama apenas rociada por la mañana, hasta llegar a una pequeña compuerta, oculta entre ramas y rocas enormes llenas de musgo y telarañas cristalizadas. Cid había pensado en todo, para él, por su protección. Y había sido lo suficientemente idiota como para planear la elaboración de esos túneles cuando yo estaba entre los pasadizos, entre las paredes, escuchando cada detalle como para haber esperado el tiempo suficiente para conocerlos y memorizarlos.
—Es nuestra única entrada, ¿o prefieres saludar a los demás reflejos?
Ella negó enseguida, siguiéndome.
Apenas pudimos ver nuestras propias sombras cuando caímos en el terroso suelo, rodeadas de tierra y rocas. Una nube marrón se alzó sobre nosotras.
Igual que antes. Cid no lo había usado hasta el momento y parecía seguro de no tener que usarlo. Eso supuse. Empuñé el arma que colgaba en mis caderas y dejé que Izye iluminara un poco el túnel con una linterna. Al tiempo, debíamos cerciorarnos de que no rondaba guardia alguno, nuestras propias respiraciones eran calmas, entre la inquietud de nuestros pensamientos, en tanto caminábamos, cautelosas, antes de dar cada paso.
Para nuestra suerte, no tuvimos problemas hasta subir las escaleras principales, con el frío helado colándose por nuestros huesos.
Le hice una señal para que hiciese silencio. Ya no estaba trabajando sola, no era solo la rosa sangrienta. Tenía compañía y aunque ir y hacer las cosas en equipo era un campo desconocido para mí, Izye y yo nos entendíamos. Como sombras abrimos uno de los pasadizos ocultos y nos adentramos a él. Estrecho, apenas permitiéndonos caminar lateralmente, sintiendo los postes de madera chocar contra nuestras espaldas y pecho. No teníamos visibilidad alguna en ese punto, pero podíamos oír. Escuchábamos cada palabra, movimiento y respiro. Esa fue nuestra mayor arma.
Los pasos de los soldados nos dieron a entender que rondaban por los pasillos, uno que otro abrió y cerró puertas, así que entraban a las habitaciones. Escaneé y fui cuidadosa, como siempre tras año de entrenamiento, ante cada paso, sabiendo a dónde debía ir y qué debía hacer. La madera crujió cuando ambas chocamos contra un muro. Permanecimos en silencio.
ESTÁS LEYENDO
REFLEX [✔#2]
ParanormalSEGUNDO LIBRO DE LA SERIE #2 Seguramente ya te han consumido, pero ahora... ahora te harán sentir. #2 Suspense 20/01/21 Protegida por Derechos de Autor Co, 2020. © No copiar, no adaptar ni tomar nada de la historia.