Peligrosa rosa, peligroso reflejo, unidos bajo el Sol, perdidos en la Luna de un misterio.
DERIAN
Sabía que mi familia estaba ahí.
Lo supe mucho antes de que llegara Ayla, con ese atractivo traje. Porque, la peculiar presencia de mi familia me era conocida, tan chispeante, colorida... Los sentía. En el aire, yacían los mensajes de las aves, cantando la llegada de quienes liberarían Ciudad Luna, de tortuosas y oscuras semanas en las que reflejos vacíos habían saqueado, arruinado e irrespetado una antigua civilización donde había paz y comprensión.
Apreté con fuerza mis manos, sintiendo el beso helado del invierno lejano recorriéndome la espina dorsal, con las aún gotas sangrantes deslizándose. Era consciente de cómo me encontraba, del dolor que se esparcía hasta mis dedos, la viva sensación de la carne quemándose, mis músculos tensos, rígidos, hirviendo en ira, tristeza y alegría. Apenas fui capaz de levantar el rostro y de seguir en pie, con lo impedido que me encontraba, al no poder moverme con agilidad. Pero, finalmente, tras días de oscuridad completa, ver a Ayla vertiendo sigilosa y disimuladamente el líquido que había creado años atrás Idina, para esas ocasiones, respiré de alivio y todo dolor, ardor..., pareció esfumarse.
Mis tinieblas salieron de mí en una oleada y tomaron la tienda por completo, haciendo un movimiento parabólico, para luego chocar entre sí, haciéndolas temblar, mientras intentaba recomponerme, tosiendo. Hice crujir mis dedos, mi cuello y espalda, sintiendo que la liberación había tardado. Mucho tiempo.
Estaba hambriento.
—Ya deben estar en movimiento—dijo Ayla, más para sí misma que para mí. Recorrió el lugar como un buen soldado y se mantuvo alerta del mismo modo.
En ese instante, dejé de inspeccionar el espacio con mis tinieblas, evité sentir o presentir la presencia de alguien más o sus sentimientos. Alejé la idea de que los niños reflejos ya estaban siendo alejados, y fijé mis ojos en ella.
No...
No había reacción alguna, ni siquiera me veía a mí, ni mi interior. Cerré los ojos e intenté visualizar, tocar y rozar algo, pero no había nada. Y lo peor de todo, era que ya no podía sentir ese arcoíris hermoso, brillante, que anteriormente había vibrado dentro de su cuerpo, exaltando hasta el más oscuro lugar de su corazón.
Abrí mis ojos, limpiando la capa de sudor de mi frente.
—Te fuiste...
Ayla se giró hacia mí, posando esa aniquilante mirada sobre mí, como si fuese un reflejo más; uno desinteresado, con tinieblas consumidoras. Su cabello le caía por la espalda en una de esas trenzas que solía hacerse al entrenar, en la mano llevaba una pistola y en la otra una navaja; tan preparada para matar, que nadie dudaría a la hora de alejarse, con el mayor deseo de mantener sus órganos dentro de su cuerpo. La brisa fresca de frutas tropicales chocó contra mis tinieblas, y la dejé pasar, para que mi familia nos sintiera.
—No sé a qué te refieres—alzó una ceja, desviando sus ojos. Su espalda estaba tensa, al igual que todo su cuerpo, listo, ágil, hermoso, delicado pero fuerte. Respiré, conteniendo mi necesidad de consumir—. Estoy aquí ahora, Derian. Vinimos a arreglar esto.
— ¿Y piensas que tú necesitas algún arreglo?
La rubia inspeccionó los reflejos caídos y el mismo Cid, fuera de las tinieblas, aun intentando mantenerse con vida, moviéndose lentamente entre ellos como si estuviesen perdidos entre el espacio y tiempo, en otra dimensión. Dándoles una mirada por encima del hombro, lamió sus labios diciendo:
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REFLEX [✔#2]
ParanormalSEGUNDO LIBRO DE LA SERIE #2 Seguramente ya te han consumido, pero ahora... ahora te harán sentir. #2 Suspense 20/01/21 Protegida por Derechos de Autor Co, 2020. © No copiar, no adaptar ni tomar nada de la historia.