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HOY FUE DOBLE ACTUALIZACIÓN, ASÍ QUE REVISA PARA QUE NO TE SALTES NADA. UN BESITO SABOR A CHOCOLATE Y HELADO. DISFRUTEN LA LECTURA.

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El depredador ruge complacido con la sangre en sus manos, sonriente acecha entre tinieblas, esperando por un rato.

DERIAN

Me reproché mil veces no haber ido con ellas cuando más de veinte soldados de Cid me rodearon. Lo habíamos planeado, sabíamos a qué nos enfrentábamos y prácticamente investigamos cuántas personas, aproximadamente, tenían en la mansión. Pero la idea era que no las vieran. Y sí aquellos soldados estaban frente a mí, significaba dos cosas: la primera; que mi maravillosa esencia los atrajo, sin descubrirlas aún, y la segunda, que ya las habían atrapado e iban por mí.

Los latidos de mi corazón se aceleraron, con un eco breve por todo mi cuerpo.

Ayla bien pudo haberse negado, sintiese o no, tenía la posibilidad y yo no me habría opuesto. Hubiera tomado aquella mochila con la que llegó ese día, sangrando bajo las gotas de lluvia, se la entregaría sin dudar, con más dinero, con lo que necesitase para huir, sí eso era lo que quería. Pero no. Las decisiones las había tomado ella y no iba a detenerla, era libre, finalmente lo era, Cid no estaba para darle órdenes. Y yo no le daría nuevas ataduras.

Mi padre apostó bien y usó las palabras correctas para hacerla decidir, para que nos apoyara. Y a pesar de que sabía que la rubia contaba con magnificas habilidades, no puedo negar que la preocupación seguía viva en mí, sin saber nada de ella y sin poder hacer absolutamente nada para salvarla.

Entre humanos y reflejos, me observaron con gusto, como si fuese la presa perfecta, la que esperaban, para atacar. Sedientos de sangre, de sentimientos. Posiblemente los seres de tinieblas imaginaron que era humano y algo más, al percibir las emociones en mi interior. Y los humanos, prepararon sus armas al notar que en mis ojos brillaba aquello que me hacía diferente.

Sí bien habíamos ido con rapidez a la mansión, y las había dejado a unos metros de distancia, sabiendo que actuarían enseguida, dispuestas a entrar por quién sabe dónde, Izye y Ayla habían tardado demasiado y no sabía el por qué. No hubo mensaje alguno, no pude escuchar un solo grito de parte de una de ellas o si quiera una señal de humo. Solo supe que todo había empeorado de repente, cuando los reflejos me atacaron.

Una aburrida sonrisa se deslizó por mis labios mientras dejé una mano en mi bolsillo delantero. Doce reflejos y ocho humanos. Tan, aparentemente, seguros de sí mismos, tan... leales a su jefe e ideales, dispuestos a luchar contra algo que desconocían. Me hubiese encantado grabarme, encantador, poderoso y atractivo frente aquellos rostros extrañados. El poder dentro de mí se fue desperezando, junto al sol que aparecía entre los árboles.

— ¿Veinte soldados?—conté con mi mano libre, juguetón. Negué enseguida. Debía ganar tiempo, pero también deshacerme de ellos para saber qué había sucedido. No podía perder a Ayla, mucho menos a Izye. Necesitaba ir con ellas y ayudarlas—. Me duelen, reflejitos, ¿acaso me están subestimando?—chasqueé la lengua, apenas notando el encogimiento de hombros de uno de los soldados humanos—. Una pena, nos habríamos divertido muchísimo más.

No emití sonido alguno cuando fue liberando de a poco mi poder, entre la brisa fresca que cantó sobre mis hombros, sacudiendo los árboles en el silencioso bosque.

Sus ojos siguieron cada uno de mis leves movimientos mientras observaba a mis oponentes. La llamativa mañana exigió la luz del día para que viese sus rostros, mientras el mismo viento me buscaba para susurrar secretos de aquellos reflejos que estaban dispuestos a arrancarme la cabeza.

REFLEX [✔#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora