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FUE DOBLE ACTUALIZACIÓN, ASÍ QUE REVISA BIEN. 

Y VOTA, JODER, VOTA Y COMENTA HASTA LA MADRE. 

Gashas. 

***

Tinieblas y luz.

Tinieblas y muerte.

Porque las tinieblas podían traer el infierno mismo a la tierra u otros mundos que aún esperan.

DERIAN

La observé fascinado, mientras ella resistía mejor que cualquier otro reflejo las tinieblas que intentaron tomarla de las piernas. Subieron por sus muslos con tal de morderla, pero no lo permitió, alejándolas con su daga bañada en gema. Éstas cayeron, esparciéndose sobre la hierba mientras bajaban su volumen, minimizándose a la nada. Una peste nos rodeó antes de que pudiésemos contener la respiración, al igual que los árboles cayendo, uno tras otro, mientras avanzábamos.

Dejé de mirar a Ayla, sintiendo cómo el reflejo intentaba levantarse, apoyando su frente y rodillas sobre la hierba seca y sangrienta. Sus tinieblas lo bordearon mientras se tomaba agitadas bocanadas de aire, con el rayo de los diamantes fulminándolo, pese a la oscuridad contenida en la Ciudad. Me sentía demacrado, exhausto tras haber intentado recomponerme en poco tiempo. No obstante, dejé que el terror, en carne propia, en pesadillas, tomara la forma de pirañas, lo mordieran de los pies a la cabeza, consumiéndolo desde el fondo.

El rastro de su dolor quedó en sus dedos ensangrentados, contenido, sin la posibilidad de moverse o de hablar. Así dejaría de molestarnos.

— ¿Por qué estabas tardando tanto? ¿Qué fue lo que hiciste allá dentro, Ayla?—le pregunté. A kilómetros de distancia, se escuchó la abertura del cielo cuando la oscuridad cubrió por completo la Ciudad, hasta el último cimiento. Una noche eterna. El Sol yacía oculto, sin que pudiésemos ver un rastro de él. Dejé de mirar el cielo y bajé la mirada.

»Bien, sea lo que sea que hayas hecho, rubia, el miroir lo notó.

Una sonrisa colgó de mis labios, con la penumbra ocultándola, pero ella no tuvo reacción alguna, no fue ni siquiera como un reflejo, solo vacío.

Ayla se recogió el cabello, lanzándome una pistola cargada sin mirar atrás, sin titubear. Tan segura como sus impecables movimientos. Por más que quisiese negarme ante la idea, ahora estaba claro. Ella era de nuevo el ser que no sentía, que resguardaba sus sentimientos con barreras irrompibles. Ese era un juego que solo podía manejarlo en su interior. Ella. Nadie más. Y, además, en su decisión, en sus manos, quedaban las cartas con las que pocas veces podía apostar. Aunque rechazase ese hecho, era cierto. Lo supe al intentar llegar a ese muro, usando aunque fuese una gota de mi poder.

Pero no respondió. No había nada.

—Tal vez hice algo que no le agradó del todo...—dijo ella, obligándose a sonreír, con el corazón espinado. Nadie se acercaría a la rosa, sin antes sufrir las consecuencias. Sin morir, por querer saborear su amor—, y también dije cosas, así que...

Reprimí mi sonrisa al ver cómo sus ojos se oscurecían de desinterés. Aquella mirada pragmática evaluando el terreno, su propio cuerpo y las armas que seguían pegadas a ella. Quise hablar, quise decirle tantas cosas pero todas mis intenciones desaparecieron con el primer clamor al cielo, a la oscura perdición. Ayla y yo divisamos el camino que nos faltaba.

Apenas y se veía algo, pero todo se oía, hasta el último aliento de vida.

Las flamas de la muerte se levantaron cuando el primer niño reflejo gritó, siendo ofrecido como sacrificio para que Dark destruyera todo, para que poseyera el poder que ningún otro había logrado soportar. La tierra se estremeció ante el sentimiento, ante la presencia del miroir atacando sus calles, siguiendo el aroma peculiar que solo poseían los niños. Nunca, en la historia de nuestros ancestros, alguien llegó a ser tan estúpido como para intentar dominar el mundo con un miroir. Hasta ese día.

REFLEX [✔#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora