-¡Mierda! Llegamos tarde -dije-. ¡Es por tu culpa, William!
-Es la tercera vez que me lo dices.
-Porqué es la verdad.
Llevábamos cinco minutos buscando la clase de bioquímica. Siempre se nos olvidaba cual número era. William se había olvidado de poner la alarma y habíamos quedado dormidos. Y bueno, ya íbamos con diez minutos de retraso, todas las clases habían empezado y no había nadie en el pasillo.
-¿Otra vez te pierdes? -dijo una voz a mis espaldas.
No necesitaba darme la vuelta para saber quién era. Si creía que el día no no podía empeorar, Dios me acabó de mandar la prueba de que si. Me di la vuelta y vi a Chloe.
-¿Qué quieres Chloe? -preguntó William cansado.
-Nada, guapo -le guiñó el ojo-. ¿Qué hacéis aquí? Deberíais de estar en clase.
-Mira quien habla -rodé los ojos.
-Yo al menos no estoy perdida.
-No estamos perdidos.
-Si que lo estáis, mientes fatal.
-Déjanos en paz, metete en tus asuntos -dijo William. La ignoramos y seguíamos buscando la clase de bioquímica.
Apenas llevábamos cinco minutos buscando la maldita clase hasta que lo encontramos. En menos de un segundo, toqué la puerta.
-Adelante -dijo. Abrí la puerta
-Hola -dije amablemente-. ¿Podemos pasar?
-¿Qué horas son estas de llegar? -dijo mirándonos descaradamente.
-Lo siento, es que estábamos perdida y...
-¡Esa no es una excusa! ¡Siempre llegais tarde! ¿¡Qué te cres que soy tonta!? ¡Sé que no os habéis perdido! ¡Fuera de mi clase, los dos! -dijo cabreada-. Os quiero en el despacho del director hasta que acabé la hora y me aseguraré de que os ponga un buen castigo.
Cuando terminó de hablar, se subió las gafas y nos cerró la puerta en las narices.
Será hija de...
-A sido toda por tu culpa, nada de esto pasaría si hubieras puesto la alarma -dije caminando hacia la derecha.
-¡El despacho está por el otro lado! -dijo riéndose.
-No voy al despacho, no pienso quedarme ahí todo la hora.
-¿Y donde vas?
-A la cafetería, aún no he desayunado.
-Te acompaño -dijo corriendo para alcanzarme.
Salimos de la universidad y fui al campus con William justo detrás hasta que llegamos a la cafetería. Estaba totalmente vacío salvo dos universitarios que estaban bebiendo café en una mesa del rincón. William se dirigió hacia una de las máquinas y llenó una taza con café caliente. También cogió un bol de cereales y se sentó unas de las mesas. Fui hacia la caja, dos segundos más tarde, me dirigí hacia la mesa. Tenía la bandeja llena de comida.
-¿¡Te vas a comer todo esto!? -exclamó William con los ojos abiertos.
-Hay que aprovechar el buffet -dije y empecé a comerme un donut.
-¿¡Como puedes comer tanto y estar tan bue... !?
-¿Estar tan qué? -pregunté.
-Nada, olvídalo.
William terminó de desayunar y yo aún seguía con la bandeja. En mi bandeja había millones de galletas diferentes, donuts, un especie de bollo con chocolate y Nutella.
-Rebe... -dijo con una sonrisa.
-Dime.
-¿Te he dicho alguna vez lo bien que te queda esa camisa? -dejé de comer y lo miré.
-Sé lo bien que me queda ¿Qué te pasa? -dije escondiendo una risa.
-Nada -dijo mirando a la preciosa Nutella.
Ahora sabía lo que quería, empecé a reírme y negué con la cabeza. Cogí la Nutella.
-Ni lo sueñes, no te voy a dar mi Nutella.
-¿Por qué no? Ya has comido mucho.
-Pero aún no he comido mi querida Nutella -dije cogiendo lo más fuerte.
-Vas a engordar -dijo con una sonrisa-. Venga, no seas comilona y dame la Nutella.
Negué con la cabeza divertida y empecé abrir la Nutella. Se levantó y rápidamente me quitó la Nutella.
No sabía cuando había empezado a perseguirle, solo sabía que habíamos salido de la cafetería. William estaba mucho más en forma que yo, por lo que se me hacía difícil seguirle el ritmo. Al final del pasillo, parecía vacilar un poco antes de girar hacia la derecha.
-¡Ladrón, dame mi Nutella! -gritaba mientras le perseguía.
Aproveché para saltar a su espalda haciendo que perdiese el equilibrio y los dos acabamos en el suelo. Por suerte, había caído encima de él y no me había hecho daño. Le quité mi Nutella mientras se quejaba y sonrió victoriosa. No había pasado ni un minuto cuando sonó el timbre anunciando que me esperaba una larga clase de educación física.
-Nos vemos Will -me levanté y fui hacia el gimnasio.
********
-¡Venga chicos, solo quedan 5 minutos! -gritó el profesor desde el centro del gimnasio.Llevábamos unos veinte minutos corriendo, estaba muerta. Sabrina estaba igual que yo.
-¿Donde estaabas? No te he visto en la cafetería y luego apareces con William -dijo con una sonrisa pícara-. ¿Qué habéis hecho?
-Nada mal pensada. Por la culpa de Will, habíamos llegado tarde a la clase.
Seguíamos corriendo un poco más hasta que parecían que mis pies se iban a explotar.
-Sabrina, voy a necesitar una bomba de oxígeno si sigo caminando.
-Ya somos dos.
-Tírate al suelo, rompete una pierna... haz algo -dije entre jadeos.
-Esta bien.
Al girar la próxima esquina, Sabrína fingió haberse tropezado y se tiró al suelo. Cogió un pie y empezó a quejarse.
¿Por qué se le daba tan bien hacer eso? Debería hacer teatro.
Rápidamente, todos dejaron de correr para rodear a mi amiga y llenarla de preguntar estúpidas cómo. ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?
¿Acaso no veían que se ha caído?
-Vale, seguid corriendo, yo me ocupo -dijo el profesor acercándose.
Todos obedecieron y pusieron a correr.
-¿Qué ha pasado? -preguntó el profesor.
-Creo que me he doblado el pie.
-Ves a la enfermería y tú -dijo refiriéndose a mí-, acompañala.
Asentí con la cabeza mientras ayudaba a Sabrina a levantarse. Salimos del gimnasio lo antes posible, nos fui al campus y decidimos sentarnos en un banco.
-Deberías dedicarte al teatro -dije recordando su maravillosa caída.
Estamos allí el resto de la hora hasta que sonó el timbre y todo nuestro alrededor empezó a llenar de universitarios. De repente llegó Logan por detrás y me da un susto.
-Logan, me has asustado.
-Me encanta asustarte -dijo-. Necesito hablar contigo.
-¿Conmigo?
-Si -dijo mirándo seriamente a Sabrina.
-Vale.

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Enamorada De Un Acosador
القصة القصيرةCuando Rebecca comienza a ser acosada por whatsapp, el miedo invade su vida. Su único objetivo es descubrir quien es su acosador. Pero a medida que los acosos comienzan a intensificarse, Rebecca se da cuenta de que en su interior comienzan a alberga...