Capítulo 16: Algo por lo que luchar

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—Guau... ¿este es el sitio que me dijiste?

Seth asiente, sin una palabra.

Hemos venido a un lugar diferente para comenzar mi entrenamiento. En el edificio donde estábamos no era completamente seguro. En realidad, ningún lugar es completamente seguro en este mundo, pero este, según Seth, es algo especial...

—¿Estás seguro de que los Devoradores no se acercarán aquí?

—Desde que estoy en este lugar, éste ha sido el único lugar de todo este mundo en el que no se han atrevido a entrar.

—¿Y por qué si puede saberse? —cruzo los brazos, mirándole con una curiosidad extrañada.

—Tiene una peculiaridad.

Cruzo los brazos y me muerdo los labios para no reírme.

Estamos frente a una construcción enorme, mucho más antigua que las demás, y desde luego algo peculiar, pues no es una casa, ni un piso, ni una tienda... sino una catedral.

—No me digas que es por respeto a los lugares sagrados —comento en tono burlesco.

—No es por ninguna de las razones que crees. Es algo más simple y realista.

—Yo lo veo algo paradójico.

—Entra y comprobarás a qué me refiero —me invita con una sonrisa.

Suspiro. Avanzamos hacia las altísimas puertas de madera. A mí me cuesta mucho abrirla, pero Seth las abre con un suave empujoncito, como si las puertas fueran de papel. ¡Jum! Ventajas de ser un ángel.

Entramos en el templo. Seth cierra las puertas tras nosotros con facilidad.

Avanzo por el pasillo central hacia el interior de la construcción. Desvío la mirada hacia los lados, cuando detecto algo en las paredes del templo, y comprendo de pronto lo que Seth quería decir.

—Espadas angélicas —susurro incrédula.

—Sí —responde mi ángel que se coloca justo a mi lado.

—¿Esa es la razón por la que esas cosas no se acercarán aquí?

—Acercar se acercan, pero son incapaces de entrar en este lugar porque la luz de estas espadas les causa un horrible dolor.

—¿Fuiste tú quien pusiste esas espadas?

Asiente de nuevo, en silencio.

—Pero ¿por qué en este lugar? Pensaba que los ángeles considerabais más sagrados los lugares llenos de naturaleza que cualquier construcción humana, aunque se traten de templos.

—No es porque sea un lugar sagrado. Es por otra cosa.

—¿El qué?

—Sígueme y lo verás.

Echa a andar por el largo pasillo sin esperarme. Le sigo con la misma expresión de incredulidad en mi rostro que la de hace un momento, que no ha variado en absoluto.

Pero mientras recorro el pasillo del templo, un aire frío y fresco me recorre la nuca, y siento una especie de carga en el ambiente, una carga que no me pesa sino que me llena de alguna forma. ¿Será la energía emitida por la esencia de las espadas angélicas?

Llegamos hasta el enorme y redondeado espacio central, muy iluminado. Alzo la mirada y veo que es por una amplia y preciosa cúpula de cristal que se extiende sobre nosotros, por el que entra más luz de la que he podido ver desde que entré en este mundo. Sin embargo, cuando llevo un rato mirándolo, compruebo que esa masa de tibia luz se mueve, como si fuera una neblina, y que esa misma neblina se extiende por gran parte del techo del templo.

Dos velas para el diablo 2: Alfa y OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora