Capítulo 43: La hora de la verdad

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What is a man? A miserable little pile of secrets.

Castlevania, synphony of the night 

                                              Castlevania, synphony of the night 

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—Parte 1: El príncipe y la serafín


Belcebú cerró la puerta de la sala de tortura tras de sí. Limpió con un paño la sangre de su espada y las gotas que le habían salpicado en la cara. Había disfrutado de esa pequeña venganza, pero odiaba la insubordinación y la traición era imperdonable. Aquel siervo suyo había descubierto más de lo debido y había estado a punto de contárselo a Lucifer, si él no lo hubiese atrapado a tiempo ahora sus enemigos conocerían su punto débil y todos los planes y el esfuerzo que había trazado concienzudamente en los últimos siglos se habrían ido al traste en apenas unos días. No podía dejar que llegasen hasta él, ni mucho menos hasta Selenia. Si alguno de ellos se atrevía a ponerle una mano encima, él se encargaría de que sufriesen el peor de los tormentos, de que tuvieran una muerte larga y dolorosa, mucho más que la que había tenido el pobre diablo moribundo que había abandonado en esa sala, después de que los Devoradores olieran su sangre y terminasen el trabajo engullendo el alma que quedaba en ese cuerpo destrozado.

Ese diablo tuvo el mismo final que el que habían tenido dos de sus siervos unas horas antes, por no haber cumplido con su misión encomendada. Aunque Belcebú sabía que no había sido culpa de ellos.

<<Les han vaciado la mitad del cerebro —pensó furibundo—. Ha tenido que ser Itzel. Tendré que encargarme de ella.>> Le habría gustado jurar que pagaría caro por interferir en sus planes, pero Selenia se lo había prohibido.

Se detuvo en el pasillo donde lo esperaban diez de sus siervos. Éstos se inclinaron ante él con respeto y sumisión.

—Mi señor Belcebú, ¿cuáles son vuestras órdenes? —preguntó uno de ellos.

Belcebú estrechó los ojos hasta convertirlos en dos rendijas rojas. Comprobó con satisfacción que algunos demonios estaban temblando de miedo. Habían oído los gritos, alaridos y súplicas de su compañero.

—¿Dónde está la joven humana?

—Se encuentra en el bosque del oeste. Viene de camino hacia aquí, junto con el ángel y un demonio menor.

El silencio que guardó su señor pareció eterno e intimidantemente insoportable para ellos.

—Ya que el grupo de Ivannus fracasó en vuestra orden, ¿quiere que vayamos nosotros y le traigamos a la chica ante usted? —se atrevió a preguntar Iris.

—No será necesario. Volved a la Tierra —ordenó Belcebú con voz autoritaria—, comprobad que todo marcha según lo planeado, informadme de cualquier movimiento por parte de nuestros enemigos. Y —añadió antes de marcharse, con una mueca de furia en su rostro y un tono que rezumaba peligro— no pienso tolerar ni una sola falta más, ¿ha quedado claro?

Dos velas para el diablo 2: Alfa y OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora