Advertencia antes de leer.
Todo este capítulo está entero narrado en tercera persona puesto que Cat no podía ser partícipe de estas escenas.
Aunque en este cap no haya acción, se revelan muchas cuestiones planteadas desde el principio de la historia y da información vital para comprender el resto. Por eso os pido que lo leáis hasta el final aunque los protas no estén aquí presentes.
Paciencia, volveremos con Cat y Angelo en el siguiente capítulo ^^
Él nunca dormía, no solo porque no lo necesitase, sino porque las pocas veces que lo había hecho por gusto, terminaba teniendo siempre la misma pesadilla.
Había cosas que cambiaban en el sueño. El recuerdo era demasiado lejano, estaba distorsionado, exagerado y se desdibujaba en un entorno terrorífico. Un paisaje desértico y oscuro, el cielo era del color de la sangre, el aire olía a azufre y era tan caliente que parecía puro fuego. Había cientos de cadáveres de ángeles por doquier. Él luchaba contra todo demonio que se le ponía por delante, pero eran demasiados, la lucha no acababa nunca, mataba a cinco y veinte surgían de la nada.
Ascendió por una montaña rocosa y escarpada, de la que caían ríos de lava ardiente, derrotando a sus enemigos. La cuesta se empinó demasiado en el último tramo y él tenía las alas pegajosas por la sangre seca, así que tuvo que escalar. Por fin logró hacerse camino hasta llegar hasta el Emperador Infernal. El arcángel estaba cansado y herido, con la espada, la ropa y la piel manchadas de sangre, mientras que Lucifer se alzaba perfecto y limpio, sin ni un solo rasguño.
El arcángel se lanzó a luchar contra él, pero entonces, Lucifer desplegó una de sus alas materiales de murciélago y mostró lo que ocultaba debajo... era ella, la primera de los suyos a la que el Maligno hizo caer al abismo de la perdición sin retorno en la primera batalla entre la luz y la oscuridad. No recordaba su rostro ni su nombre, pero sí lo importante que había sido para él, lo mucho que cambió para siempre su vida desde el instante en el que ese ángel le fue arrebatado. Para él y para todos.
Lo que ocurría después era siempre lo mismo, pero pasaba de muchas formas diferentes. El arcángel intentaba alcanzarles, pero una fuerza invisible lo paralizaba o hacía más lentos sus movimientos, y Lucifer siempre la mataba. A veces cortándole el cuello, otras apuñalándola en el corazón, susurrándole al oído funestas mentiras y provocando con ello que se suicidara, o torturándola lenta y dolorosamente, hasta el último aliento, mientras el arcángel estaba encadenado a sus pies, gritando y revolviéndose, desesperado por poder ayudarla, y después él arrojaba lo que quedaba de ella al abismo de la montaña. Su alma bella y pura caía desde toda su altura, envuelta en llamas, hasta estrellarse contra las rocas puntiagudas del suelo y deshacerse por completo. Y al final... cuando ella ya no existía, el arcángel caía de rodillas, sin esperanzas ni motivos para seguir luchando, y Lucifer lo miraba desde arriba, con esos ojos rojos tan rojos como la sangre de sus compañeros angélicos, y sonreía deleitándose con su desgracia.
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Dos velas para el diablo 2: Alfa y Omega
FantasyCuando Cat asiste al secuestro de su hermano Dari y otros Hijos del Equilibrio, por un misterioso grupo de demonios llamados Los Vigilantes, toma la decisión de embarcarse en su búsqueda para encontrarlos. Por el camino irá enfrentándose a peligros...