Advertencia:
Este capítulo contiene violencia y temas que pueden herir la sensibilidad.
Estoy frente al templo grecorromano donde se encuentra Seth, decidida a entrar, pero sin ser capaz de hacerlo.
Nos despedimos de los ángeles y regresamos a Seychelles. Mi madre me recibió con los brazos abiertos. Después, Remeiel procedió a explicar a los arcángeles todo lo que habíamos pasado y mi logro sobre el astral, tan orgullosa como una tía hablando de su sobrina preferida.
Mi madre se enteró de lo que pasó con Angelo, pero no quise hablar del tema. Me dio un móvil (regalo de mi padre) y pude hablar varias veces con mi hermano, que sigue en Suiza. Ella quería que llamase también a mi padre... pero una mierda, me niego a ser yo la que dé el primer paso. Él sabía lo del castigo de Leighzo y nos lo ocultó. Es él el que me debe una disculpa, y si tengo que llevar esta actitud hasta el fin del mundo, que así sea.
En las semanas posteriores volví a concentrarme en mis entrenamientos. Leí toda la información sobre los portales, y Selenia me dio algunas fotos de distintos lugares del mundo, zonas despobladas en plena naturaleza, para que pudiera practicar abriendo portales hacia ellas. Me contó que Alia solía practicar también, pero con cuadros que pintaba.
Semana tras semana he ido abriendo portales pequeños, que me llevaron mucho tiempo y esfuerzo. De momento no puedo abrirlos siempre en cualquier momento que quiera o lugar, sino que tengo que esperar a que aparezcan grietas o salir a buscarlas. Aparecen de forma aleatoria, a distintas horas del día y en distintos lugares, lo cual resulta frustrante. Pero por supuesto no he llegado a travesar ningún portal, solo los abría y cerraba, por temor a que pudiera pasarme lo mismo que la última vez o algo peor.
Algunos días he paseado cerca del templo grecorromano, sintiendo ganas de ir a visitar a Seth pero al final nunca me atrevía a hacerlo. Sé que Selenia le visita todos los días, y al menos dos veces a la semana recibe la visita de algunos de los arcángeles o Luzbel. Me deja más tranquila saber que no está solo, aunque sigo sintiéndome como una cobarde por no atreverme a visitar a mi amigo en un momento tan crudo como éste.
Por eso estoy aquí otra vez. Esta vez no pienso marcharme sin verle.
—¿Tienes un momento, Catiriña?
Al girarme descubro la expresión afable de Rafael, aunque ya sabía que era él. Solo él me llama "Catiriña" como un apodo cariñoso.
—Perdona, ¿ibas a ver a Sariel?
—N-no... solo daba un paseo —miento, sintiéndome despreciable—. Ahora vuelvo con el entrenamiento.
—Ha pasado algo importante, necesitamos que vengas.
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Dos velas para el diablo 2: Alfa y Omega
FantasyCuando Cat asiste al secuestro de su hermano Dari y otros Hijos del Equilibrio, por un misterioso grupo de demonios llamados Los Vigilantes, toma la decisión de embarcarse en su búsqueda para encontrarlos. Por el camino irá enfrentándose a peligros...