Capítulo 54: Una cura para la soledad

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Parte 1- La soledad de Luzbel


Paseando por la orilla del río Yamuna, Luzbel podía ver un fragmento de paraíso a un lado y un fragmento de infierno al otro. El primero al mirar el Taj Mahal, el hermosísimo mausoleo rodeado de bellos jardines, y el siguiente al contemplar a su derecha el río ennegrecido, en las que ya no había vida, solo residuos tóxicos, basura acumulada en las orillas y tramos de espumas blancas formadas por la contaminación.

Había estado en la India varias veces, y había vivido allí en los últimos años, pero antes de visitar Agra había estado en Nueva Delhi, y aquello había sido aún peor, recordaba la nube de polución que había flotando en la ciudad el noviembre de hacía dos años. Ella había intentado mejorar las cosas en el país, hablando con los humanos, inclusive con altos cargos del gobierno, había luchado por disminuir la contaminación y la sobrepoblación, y se había manifestado por los derechos de las mujeres y para fomentar la educación.

Pero la mayoría no escuchaban, los poderosos tenían otros asuntos que consideraran más importantes para seguir ganando riquezas mientras los pobres permanecían sumidos en su ignorancia. Incluso aunque Luzbel había usado sus poderes para influir en algunas mentes y decisiones, eso nunca era suficiente. Había demasiada gente.

Y desde que había aparecido la Muerte Roja, la humanidad estaba sucumbiendo al caos en todo el mundo, y eso les había alentado a pensar más en ellos mismos. Típico de su especie. Luzbel había paseado por algunos barrios de Agra antes de llegar al mausoleo y la situación era precaria. La muerte, la desesperación, el terror y el sufrimiento estaban por todas partes. Luzbel sentía compasión por ellos, sin embargo, mantuvo su corazón bajo una coraza de hielo.

<<Ellos se lo buscaron —se repetía intentando justificar las crueles acciones de los Vigilantes—. Lo intentamos por las buenas y no funcionó. Los humanos nunca aprenden.>>

Después de la muerte de su padre el sentimiento de soledad que siempre la acompañaba se estaba volviendo más intenso. Era en momentos como ese en los que echaba terriblemente de menos a Ananiel. Le habría gustado saber qué pensaría Ani de todo aquello, si estaría de acuerdo o no con lo que estaban haciendo Semyaza, ella y todos los demás.

Fue muy duro volver a mostrarse ante los arcángeles, especialmente ante Miguel. Día tras día sufría obligándose a mantener las distancias. Pensó que sería más fácil, porque el amor entre ellos ya se habría extinguido después de tantísimo tiempo. Pero al volver a verlo... y ver la forma en la que él la miraba...

No. Tenía una misión y debía de concentrarse en ella hasta el final. No había tiempo para el amor.

Había vuelto a la India para visitar una vez más el Taj Mahal, antes de que las cosas se pusieran peores. Sentía nostalgia al ver aquel monumento; había vivido en la India también en la época en la que se estaba construyendo.

Dos velas para el diablo 2: Alfa y OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora