Capítulo 40: Secretos guardados bajo llave

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Parte 1 - Cat

La vegetación que nos rodea parece hecha de fuego y oro con la luz del atardecer. Esa luminiscencia cae como una capa sobre las copas de los árboles, y se derrama por parte de sus troncos y la hierba del suelo, creando un baile de luces y sombras. La naturaleza que ahora nos rodea es más grande y frondosa que la de hace unas horas, y que a medida de que avancemos lo será más.

Al principio todo eran flores, arbustos y árboles que me resultaban familiares, nada que no hubiese visto en la Tierra, en persona o en alguna fotografía. Encontré perales, y una hora más tarde manzanos, lo que me permitió por fin comer algo. Otro hecho sorprendente fue cuando nos topamos con un riachuelo de aguas claras. No había ningún rastro de animales ni insectos, aunque pensé que no me sorprendería si encontrásemos alguno.

Seth lo observa todo maravillado, yo con una implacable curiosidad, Angelo, sin embargo, está de los nervios. Temo que en cualquier momento no pueda frenar sus impulsos.

Cuando cae la noche el bosque que estamos recorriendo se convierte en una maraña oscura de sombras tenebrosas. Seguimos avanzando durante un rato, pero a medida que lo hacemos, no puedo evitar que temores sin nombre afloren en mi mente. Me imagino figuras de monstruos inexistentes escondidos entre los árboles y escucho ruidos que proceden de ninguna parte.

—¿Estás bien, Cat? —me pregunta Seth—. Si temes por los Devoradores, puedes estar tranquila, no vendrán. No es este tipo de oscuridad la que les atrae y además este lugar está lleno de vida, esos seres prefieren moverse en lugares muertos.

Es un temor que me he quitado de encima, sin duda, pero mis miedos irracionales siguen ahí y es difícil hacerlos desaparecer.

Proseguimos durante un tiempo que se me hace eterno. Ya no me gusta este sitio, tengo la sensación que cuanto más avanzamos, más nos cierra el paso el bosque, como si estuviera dirigiéndonos hacia una trampa de la que no podremos escapar. Los árboles son cada vez más altos, la vegetación más espesa, hace frío y estoy agotada.

—¿Podemos pararnos un rato a descansar? —les pido cuando ya no puedo más.

—Claro Cat, perdona —se disculpa Seth—, estaba tan obstinado por encontrar a Selenia cuanto antes que había olvidado que tienes necesidades humanas.

Me siento avergonzada por ser la única del grupo que por desgracia tiene esas necesidades. Soy consciente de que les estoy retrasando y que por mucho que lo intente puedo llegar a resultarles un estorbo. Pero a Seth no parece que le moleste, y Angelo tampoco hace ningún comentario.

Ando un poco más hasta encontrar un pequeño claro. Me siento en el suelo y devoro una de las frutas que me había guardado para más adelante. Seth se sienta conmigo, Angelo se queda de pie, con la espalda apoyada sobre el tronco de un árbol y las manos metidas en los bolsillos.

Dos velas para el diablo 2: Alfa y OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora