Capítulo 17: En la boca del lobo

417 27 3
                                    


—¿Estás lista?

Asiento sin una palabra, mirando al frente. Seth abre las puertas, y de nuevo me encuentro con el paisaje gris, sucio y abandonado de la ciudad fantasma, sumida en una noche tétrica.

—¿Está muy lejos su guarida?

—Me temo que bastante. No olvides que esto es un mundo Cat. Así que, para llegar más rápido tendrás que subir a mi espalda. Yo te llevaré.

—¿No te importa?

—Solo será un paseíto.

Pongo mala cara al recordar lo mal que acabé cuando Angelo me llevó a toda velocidad hasta el apartamento de París, para escapar de Daemon.

—De acuerdo, pero por favor, controla un poquito tu velocidad. No quiero terminar echando hasta la primera papilla.

—Tranquila. Tengo presente que ante todo voy a llevar a una humana, así que iré a un ritmo rápido pero más lento de lo que suelo ir, adaptado a lo que puedas aguantar.

—Gracias por tenerlo en cuenta.

Me subo a su espalda. Por mi mente vuela una idea curiosa:

—Ough, ¡rayos! Esto me recuerda a una escena de cierta película de vampiros... —murmuro casi para mí misma.

—¿Eh? —pregunta Seth interrogante, sin tener ni la menor idea de qué rayos estoy hablando.

—Nada, nada. —Digo con ademán de sin importancia. Espero que no se dé cuenta de que me estoy aguantando la risa. Ay, Elise... la de pelis románticas y ñoñas que me he tragado por recomendaciones suyas, menos mal que ella no estaba delante cuando me vi la saga Crepúsculo, con lo que le gustaba se habría puesto toda ofendida, porque yo casi me meo de risa al ver al vampiro brillando como un querubín de diamantes a la luz del sol. Espero que a Seth no le pase lo mismo, si no me moriré de un ataque a carcajadas antes de llegar, ¡y a ver quién rescata a los hijos entonces!

—Agárrate bien.

Aprieto más mi abrazo y me pego a su espalda.

Nos ponemos en marcha.

Unos segundos después, Seth me está llevando a toda velocidad por las calles abandonadas del mundo muerto. Poco después hemos recorrido todo el pueblo y estamos sobre un inmenso páramo seco y gris, que parece interminable. Mire por donde mire en el horizonte todo está igual, el suelo y el cielo gris oscuro, sin nada de nada, ni una mísera flor, ni charco de agua, ni brizna de hierba en la tierra.

Llevamos varios minutos avanzando sin ver nada. Cuando ya pienso que no hay nada más allá, veo al fin algo a los lejos. Una especie de altas edificaciones oscuras. ¿Una ciudad?

Noto también algo raro. Y es que a medida que avanzamos más y más hacia allí me da la sensación de que el cielo nublado, aunque siga siendo de noche, se vuelve cada vez más oscuro. Y me invade un intenso y frío escalofrío, cada vez más profundo y persistente, como si ese lugar de por sí produjera malas vibraciones. Se parece a la sensación que tuve la primera vez que la Oscuridad comenzó a aparecer y los Devoradores aparecieron, solo que esta vez... no es que la Oscuridad se acerque a nosotros... sino que somos nosotros los que nos acercamos a la Oscuridad.

—¿Es ahí? —le pregunto en voz alta para poder hacerme oír a la velocidad que vamos.

—Sí, nos estamos acercando —responde en un tono de voz más bajo, que sin embargo oigo a la perfección.

Dos velas para el diablo 2: Alfa y OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora