Obbá se pasa el resto del día en la cama, llorando contra la almohada, despertándose decenas de veces, agobiada por pesadillas de guerra, muerte y sombras con ojos rojos. Por la noche intenta escapar de palacio, pero los guardias la interceptan cuando está escalando la muralla y la devuelven a su habitación. A la mañana siguiente un par de sirvientas entran en su cuarto para lavarla y traerle ropas limpias. Obbá decide salir de su espiral de desdicha y soledad y se anima a hablar con ellas. Las criadas parecen encantadas con la muchacha, pues el alaafin nunca había tenido una esposa tan amable como ella, lo cual me lleva a suponer que las anteriores habrían sido diablesas.
Obbá decide que no va a pasarse el resto de su vida encerrada en esa habitación, ya que vive en un maldito palacio, debería aprovecharlo, aunque tenga que convivir con el ser que más detesta en este mundo.
En los días posteriores, mientras Shangó se dedica a llevar la destrucción a otras tierras y recibir a sus súbditos en el salón del trono para escuchar sus peticiones (en las cuales, sus respuestas suele ser quitarle importancia a esos asuntos y ordenar a los guardias que echen a los plebeyos de palacio, reírse de sus desgracias y desprestigiarlas, fingir que muestra interés, pero después olvidarse del asunto, o en unas pocas contadas ocasiones acceder a sus peticiones pero solo si éstas le permiten obtener algún beneficio personal), Obbá se dedica a explorar el palacio y los alrededores que están dentro de la muralla. Con el tiempo descubre que los sirvientes que hay en el palacio solo le sirven la comida a ella, puesto que Shangó no necesita comer, y se da cuenta de que tampoco duerme.
Antes del almuerzo y la cena, Obbá acude a las cocinas para ayudar a los siervos a preparar los platos que hacen para ella y charlar un rato. Al principio ellos se muestran reticentes, pues temen que el alaafin pueda ofenderse por permitir que su esposa les ayude en esa tarea y les sorprende que la joven les hable con tanta naturalidad, como si fueran sus iguales, pero pronto se acostumbran a tener a Obbá por allí, le enseñan a preparar algunos platos y ella a cambio les enseña también algunas recetas que aprendió de las ancianas y madres de la aldea.
Después de estar un par de semanas observando a los guardias entrenar en el patio, la joven se atreve a pedirles prestada una lanza y una espada, para que pueda practicar por sí misma. Y para su asombro, los soldados no solo no le pusieron ninguna pega, sino que obedecieron sin rechistar. Desde entonces Obbá se entrena con distintas armas algunas mañana en el patio, a veces sola y otras veces pidiendo a alguno de los guardias que entrene con ella para tener algún contrincante del que aprender. Obbá se da cuenta de que una de las mañanas, Shangó la está observando desde un balcón de palacio. Ella sigue entrenando como si no estuviera allí, hasta que, mientras practica lanzando golpes contra un poste, se le queda clavada la espada en la madera y no logra quitarla. Oye las carcajadas de Shangó desde el balcón, y en respuesta impetuosa y colérica, Obbá coge una lanza y la arroja contra él, Shangó la esquiva con un movimiento de cabeza y la lanza cruza el balcón, atraviesa un cesto de frutas haciéndolas estallar en pedacitos y se clava certeramente en la pared. El rey-dios endurece en gesto, pero luego le sonríe a la muchacha, seducido por su habilidad y su temeridad.
Desaparece del balcón y cuando vuelve a aparecer, está al lado de Obbá, con su lanza en la mano. Ella teme haberse excedido y le pide disculpas, fingiendo arrepentimiento. Shangó, en respuesta, se ofrece a entrenar con ella, pues le gustaría ver sus habilidades más de cerca. La propuesta desconcierta a la joven, pero accede.
A partir de ese día ambos comienzan a pasar de vez en cuando algo de tiempo juntos, tanto en los entrenamientos como en las cenas, en las que Shangó se limita a acompañarla y solo come o bebe cuando le apetece. Sus conversaciones pasan de ser tensas y frías, a animadas y llenas de risas y anécdotas de sus vidas que les ayudan a conocerse mejor poco a poco.
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Dos velas para el diablo 2: Alfa y Omega
FantasyCuando Cat asiste al secuestro de su hermano Dari y otros Hijos del Equilibrio, por un misterioso grupo de demonios llamados Los Vigilantes, toma la decisión de embarcarse en su búsqueda para encontrarlos. Por el camino irá enfrentándose a peligros...