Capítulo 33: Pecado original

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    Mientras que el océano de mis recuerdos es un mar gris perla, templado, lleno de burbujas en los que puedo acceder a recuerdos buceando entre ellos, el de Angelo es un mar embravecido, profundo, repleto de negrura, con altas olas que me zarandean de un lado para otro, un fuerte viento y una corriente que me arrastran en una noche eterna surcada de terribles relámpagos entre nubes de tormenta. Soy incapaz de acceder a nada, me hundo, me ahogo. Si sigo un minuto más aquí me volveré loca. No puedo ver ningún recuerdo, todos pasan a una velocidad titánica y me golpean con una fuerza bestial, Todo es negro, oscuro, como su alma, y abrasador como el fuego del infierno. Unas corrientes de aguas colosales y ardientes, que no dejan de agitarse sobre un suelo oceánico volcánico.

Me retiro bruscamente hacia mi océano de recuerdos. Un lugar de aguas tranquilas, bajo un cielo despejado y claro. Mi alma se relaja al instante y la dejo flotando un rato en el vacío que hay entre las burbujas de mis recuerdos, para que pueda relajarme y recuperar la compostura.

No puedo entrar en sus recuerdos. Es imposible. Tendré que hacerlo a través de los míos e ir entrelazando algunos retazos a los suyos poco a poco. ¿Pero cómo puedo hacer eso?

No debo rendirme. Intento entrar en las memorias de Angelo otra vez. En su mente, su corazón, su alma de tinieblas demoníacas... pero me encuentro con una violenta marea que me empuja hacia atrás.

Lo intento otra vez, con el mismo resultado.

Pruebo entonces a sumergirme en mi mar de recuerdos. Buceo y me hundo en mis aguas cristalinas y perladas. Me encuentro con burbujas que muestran imágenes de mis retazos de recuerdos recientes. Sigo bajando y voy descendiendo por los años de mi infancia... esto no es suficiente. Tengo que bajar mucho más, mucho más rápido. Quiero llegar muy, muy abajo, si puedo hacia la primera o una de las primeras de mis vidas pasadas. Algo me dice que es ese el camino por el que debo tomar.

En lugar de esforzarme a avanzar, me limito a relajarme y me dejo caer, haciendo que mi mente se imagine que la materia que me rodea no sea agua. Es aire, estoy en un cielo de recuerdos, no en un mar.

Funciona. Mi imaginación se modifica y caigo... lentamente y luego más y más deprisa. Pienso en Angelo, en algún recuerdo que me conecte a él, una pista que me ayude a encontrarle, un puente que pueda trazar entre nuestras almas.

De pronto mi conciencia aminora la caída y se detiene. Abro los ojos de mi ser inmaterial, y veo claramente que estoy en medio de dos lugares. A mi derecha una planicie gris clara que lo cubre todo, con pequeñas y separadas burbujas flotantes, a mi izquierda un cúmulo de torbellinos de fuego y electricidad de colores negruzcos.

Me concentro mucho en detectar un hilo, un puente. Entonces veo dos burbujas, una perlada y otra oscura, muy cercanas a un lado y otro de cada zona de recuerdos. Floto hasta la mía. Está toda gris y no puedo ver recuerdos a través de ella. Comprendo que es porque es algo que no recuerdo en esta vida, algo muy lejano de alguna de mis vidas anteriores. Rozo la burbuja y logro despejar un fino hilo de ella, luego busco la burbuja de recuerdos más próxima de Angelo. Al rozarla con mi mano siento como una descarga siniestra y violenta que me quema y me hace retirar la mano. Espero un poco a recuperarme, estiro la mano rápidamente y arranco un hilo de la burbuja oscura. Entrelazo ambos hilos, atando un nudo entre ellos.

Siento una vibración que sacude todo el ambiente, una onda que se extiende hacia todas partes, por mis recuerdos y los del demonio.

Mi burbuja perlada entrelazada a la otra me atrae entonces con una atracción magnética. Me dejo llevar y me interno en ella.

Dos velas para el diablo 2: Alfa y OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora