Cuando Cat asiste al secuestro de su hermano Dari y otros Hijos del Equilibrio, por un misterioso grupo de demonios llamados Los Vigilantes, toma la decisión de embarcarse en su búsqueda para encontrarlos.
Por el camino irá enfrentándose a peligros...
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Advertencia antes de leer:
Este capítulo contiene una escena sexual explícita.
No pongo restricción de edad porque opino que la madurez emocional y la experiencia no tienen nada que ver con la edad, solo aviso por si acaso, pero obviamente podéis hacer lo que queráis XD
He intentado que la escena sea lo más natural y realista posible, es decir, no es extremadamente fantasiosa porque esto no es una novela erótica, pero tampoco he censurado nada.
Si os sentís incómodos con una escena como ésta podéis saltárosla, aunque yo recomiendo que la leáis.
Para los demás... disfrutad ;)
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Las olas acarician la arena mansamente, el cielo está despejado, el viento es una brisa apenas perceptible. El astral se ha ido, pero ha dejado un paisaje desolador: palmeras caídas, arena húmeda y fangosa, la catedral y el templo grecorromano están hechos unas ruinas, hay algunos peces muertos en la orilla, algas, moluscos y medusas.
Selenia y Belcebú están muertos, los Vigilantes se han rebelado, Semyaza es Abadón, ha sido capaz de controlar mentalmente a Luzbel y a Angelo. Ahora Luzbel está en coma, Angelo está teniendo una crisis de identidad y culpabilidad y apenas me dirige la palabra, los arcángeles están agotados y la mayoría de los demonios poderosos heridos. Yo he recupera mi cuerpo, pero me siento horriblemente cansada y siento a Atlas dañado y frágil en mi interior.
Me giro hacia mis padres. Mi padre está tranquilo aunque hay una cierta severidad y preocupación en sus ojos. Rodea con un brazo la espalda de mi madre. Ella está cabizbaja, con el rostro contraído, reprimiendo su dolor y luchando por mantenerse fuerte por todo lo que está pasando.
—¿Qué vamos a hacer ahora?
—Los ángeles nos encargaremos de reparar el daño del astral e intentar que Luzbel despierte —responde mi madre con gesto decisivo.
—Y los demonios nos encargaremos de arreglar todo lo que ha dejado Belcebú y detendremos a los Vigilantes. Nada de esto te concierne, Caterina, demasiado has hecho ya. Ahora tienes que prepararte para la llegada de esa maldita Unión. Hablé con Orias para conseguirte una audiencia con él, como me dijiste. Está en Seúl.
