<<Ya se está transformando>> captó Luzbel. Percibía la inmensa oscuridad de Abadón latiendo en Semyanza. Enorme y devoradora, a punto de liberarse y estallar en su máximo poder.
Les quedaban muy pocos minutos para actuar. Aquella era su última carta y se jugaban la partida entera.
Miguel, Lucifer y ella lo tenían rodeado en los tres planos, sus mentes seguían conectadas, preparados para atacar al mismo tiempo. Semyaza no hizo movimiento alguno, se quedó esperando, con aquella sonrisa a medias en los labios.
Miguel levantó una barrera circular en torno a ellos para que Semyaza no pudiera escapar y nadie los molestase en el combate. Él debía atacar el cuerpo, así que fue el primero en actuar, seguido por Lucifer y Luzbel.
Los tres coordinaron sus ataques desde tres planos y desde distintos ángulos, pero Semyaza detuvo todos los golpes, se movía con una precisión inaudita a pesar de encontrarse en clara desventaja. Ya no solo era Semyaza, era Abadón el que actuaba, el demonio que los superaba en experiencia, edad y nivel de poder. Tenían que acabar ya con él o muy pronto sería imposible.
Los tres se movieron con mucha más fiereza que antes, pero aún con la cabeza fría para no cometer ningún error mortal. El temblor de la tierra, los truenos, el vendaval y otros cientos de choques de espadas los acompañaban como una banda sonora.
A pesar de que Luzbel estaba en el plano astral, Abadón la percibía perfectamente y esquivaba y detenía sus golpes con la misma facilidad que los de Lucifer y Miguel. Varias fintas y estocadas estuvieron a punto de rozarla, pero ella se movió con la gracilidad que había aprendido de sus hermanos.
En perfecta sincronía los tres atravesaron a Semyaza en cada uno de los planos. Miguel le hundió la espada por delante, Lucifer en el plano espiritual por la espalda y Luzbel atacó su mente al mismo tiempo que hundía también su tridente en su pecho. El inmenso poder de los tres estalló, y gran parte del cuerpo de Semyaza quedó hecha un amasijo en el suelo, su alma se rompió en pedazos y su parte astral se deshizo.
Todo quedó en silencio para los tres. Durante unos segundos ni si quiera percibieron el sonido de la batalla que aún seguía en el exterior.
Recuperaron sus armas del cadáver. Luzbel y Lucifer regresaron al plano material. Luzbel sacudió la cabeza contemplando lo que quedaba de Semyaza. Su piel gris estaba completamente agrietada y su sangre contaminada era azabache como el petróleo.
—¿Ya está? —murmuró Luzbel. Intentó percibir algún rastro de Semyaza en a su alrededor, en alguno de los tres planos, pero todo se había quedado vacío y silencioso.
—Demasiado fácil —opinó Miguel, con postura rígida y ojos entrecerrados.
Lucifer torció el rostro con ira contenida.
—No iba a matarlo, le quería vivo. —Sus ojos rojos fulminaron los de Miguel y éste le devolvió una mirada igual—. No suelo precipitarme nunca. Yo no cometo errores.
Los tres reflexionaron a toda velocidad y lo comprendieron a la vez.
—Lo hizo a propósito —dijo Miguel—. Se dejó matar.
—Nos obligó a hacerlo —Luzbel se llevó una mano a la sien—. Un hilo de su conciencia entró en nuestras mentes muy sutilmente y nos indujo a matarlo.
Lucifer se remangó una manga y se miró el brazo: el sello del Pacto aún estaba ahí.
—Abadón sigue vivo.
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Dos velas para el diablo 2: Alfa y Omega
FantastikCuando Cat asiste al secuestro de su hermano Dari y otros Hijos del Equilibrio, por un misterioso grupo de demonios llamados Los Vigilantes, toma la decisión de embarcarse en su búsqueda para encontrarlos. Por el camino irá enfrentándose a peligros...