Capítulo 55: La máscara del ángel

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Voy a salvar a Seth.

Lo tengo más claro que nunca. No sé cómo hacerlo pero sé por dónde puedo empezar. Debo ayudarle a recuperar sus recuerdos y para ello tengo que acceder a mis memorias de vidas pasadas. Todo lo que aún no he recordado.

Entró en mi bungaló, guardo el dibujo que me ha hecho Seth y rebusco entre documentos en el baúl que me entregó Luzbel. Me siento en el sofá y los reviso con más detenimiento.

Todavía no sé para qué sirve el reloj roto que me ha dado Luzbel, hace un tiempo que no la veo y no he podido preguntárselo.

Busco cada una de las carpetas de mis vidas pasadas y las coloco en fila sobre la mesa. Hay seis contando la de mi vida actual, sin embargo, tengo la sensación de que falta algo.

Veo que al fondo del baúl hay más objetos de los que no me había percatado antes, bajo una pila de textos apócrifos.

¡Eh! Reconozco esto, es un collar hecho de colmillos ya amarillentos y piedras desgastadas. Eva a veces solía llevar este collar, y hay una herramienta tallada. También hay una flecha y fíbulas de plata que pertenecieron a Harmonía y... ugh, ¿tenía que guardar también el collar de oro con el que Semyaza la envenenó? Gracias Luzbel, tienes buen gusto. Hay también unos brazaletes y un trozo de tela descolorida que debían de pertenecer a Obbá. Y hay... ¿un pincel? Increíble, hasta conserva las huellas de óleo. Por último veo una máscara, es un antifaz blanco y dorado, muy elegante.

La máscara y el pincel... ¿a cuál de mis vidas pertenecían? No consigo recordarlo.

De pronto me invade un mareo. Me llevo una mano a la cabeza, me zumban los oídos. Mi vista se desvía hacia el documento de Alia Evangeline Tepes. Fue la única vida que no vi en mis sueños con Angelo, el único documento que aún no he revisado.

Alia y Seth se conocieron en esa vida. Si quiero saber más de él, tengo que buscar ahí.

Voy pasando las páginas hasta que algo cae entre dos de ellas. Es un dibujo viejo, pero bien plastificado y conservado. La reviso con atención, reconozco el trazo: es un dibujo de Seth, y reconozco los edificios y el puente que muestra: el Puente Rialto en Venecia. Lo sé porque una vez pasé por allí, con ocho años, cuando fui con mis padres a una reunión del Grupo de la Recreación.

Recuerdo que sentí una sensación horrible cuando pasé por allí, igual a la que siento cada vez que entro a una boca de metro y me acerco a algún andén. Una especie de mareo, arcadas y la sensación de un miedo atroz que se me ata al estómago y al pecho y apenas me deja respirar.

Ahora, sin embargo, al observar la foto siento algo distinto. Es un sopor tremendo. No puedo resistirme a la sensación de sueño, mis ojos se cierran y la habitación se deshace a mi alrededor. En cada parpadeo la habitación cambia por un instante y me muestra otros lugares.

Dos velas para el diablo 2: Alfa y OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora