Capítulo 23: Los mismos ojos

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*Aviso: a partir de este punto de la historia habrá más de un capítulo que esté dividido en dos o tres partes, con puntos de vista diferentes, además de a través de los ojos de Cat, puesto que me es necesario para la historia contar algunas escenas desde los ojos de otros personajes en situaciones en las que no está la protagonista presente. Estas partes serán narradas en tercera persona y se indicará siempre al principio en qué personaje y lugar estará centrada o si es un ángel, demonio o humano. Dicho esto, disfrutad del capítulo :)

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Capítulo 23: 

Parte 1- Cat – Rabat, Marruecos. Villa al-Malak.

Los días posteriores son bastante aburridos. La villa tiene la cocina llena de cosas básicas y hay bastantes alimentos de larga conservación, así que puedo prepararme cada comida sin problema, aunque siempre como rápido, porque me entristece no tener a nadie conmigo, me hace recordar cada vez que comía con mi hermano en casa y cuando Angelo o Seth me hicieron compañía, y hace que el sentimiento de soledad vuelva a mí.

Evito mirar el calendario porque me agobia saber que hace tres semanas que empezó el último trimestre de clase, y me lo estoy perdiendo.

Hay varios libros en las estanterías de algunas habitaciones, los ojeo y veo un poco la tele, pero llega un momento en el que permanecer encerrada en este sitio me resulta casi insoportable. Así que salgo a pasar algunas horas cada día en el gran patio de fuera, me agencio un traje de baño de mi talla de los que hay en mi armario y me doy algún que otro chapuzón, nadando en la piscina un rato cada día, hasta que se me arrugan los dedos.

Uno de los días, mientras estoy descansando en el bordillo, con los pies en el agua, recuerdo cuando vinimos aquí para la reunión del grupo, con mis padres y mi hermano. Dari se quitó los zapatos y se lanzó a la piscina sin previo aviso, mis padres, el contrario de lo que esperaba, no le riñeron, sino que se tomaron a gracia el asunto y yo me enfurruñé de vergüenza y fingí que no tenía nada que ver conmigo. La yo de ahora se ríe al recordarlo, y seguramente se hubiera lanzado a la piscina con él, con la ropa puesta y todo.

Salgo de la piscina, me seco con la toalla y pongo unas chanclas, una camiseta de tirantes y unos shorts cómodos.

Entro en el edificio, subo las escaleras y me detengo alerta cuando estoy a punto de abrir la puerta de mi habitación, porque escucho un ruido procedente de su interior.

Apoyo la oreja sobre a puerta, atenta a cualquier sonido del interior de la habitación. Vuelvo a oír ese ruido, como de algo moviéndose dentro del cuarto. ¿Qué ha sido eso?

¿Y si ha entrado un ladrón o algo así? Empiezo a asustarme un poco. Pero naaah, imposible. Esto está vigilado por varios ángeles, no puede haberse colado ningún humano, ¿o sí?

Hay algo ahí dentro, y sea lo que se tengo que averiguar que es. Puede que haya sido solo mi imaginación, pero si es un ladrón, más vale que se prepare, pienso dejarle en el suelo hecho una mierda con una llave de las que aprendí en aikido o una buena patada en las partes blandas.

Abro la puerta con decisión y entro. De repente, me parece ver algo deslizándose rápidamente de un lado a otro de la habitación, una especie de pequeña sombra de ojos brillantes en la oscuridad.

—¡¡Ahhh!! ¡Largo de aquí! —le chillo, y en un acto reflejo agarro un libro al azar y se lo lanzo.

Esa-cosa-o-lo-que-sea, lo esquiva con un gruñido miedoso. Salta y corre a otro lado de la habitación, subiéndose en lo alto de un pequeño sillón que hay cerca de la ventana, permitiendo distinguirse su figura entre la oscuridad de la habitación con la luz de la luna.

Dos velas para el diablo 2: Alfa y OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora