—Estaré aquí contigo, no me iré a ningún lado —susurra alguien cerca de mi oído.Quiero preguntarle a qué se refiere, pero no encuentro mi voz. No tengo voz. No tengo visión. Todo está oscuro. Aunque puedo escucharlo a él. Sí, siempre puedo escucharlo a él. Y me gusta poder hacerlo.
El despertador me trae de vuelta del sueño más extraño que he tenido. Lo apago de un manotazo limpio y me quedo sentada en la cama un momento.
¿Qué acabo de soñar?
Recuerdo estar en el auto, de pequeña, yendo a mi primer día de clases. Y luego... luego...
No puede ser, ¿ya lo he olvidado? ¡Si apenas lo soñé!
Me tomo unos minutos para intentar salvar algunas piezas de ese sueño tan extraño. A lo mejor fue un recuerdo, no estoy segura.
Froto mi rostro con ambas manos y me levanto de la cama de un salto para comenzar la rutina nuevamente.
Luego de que Penny pasara a recogerme, iniciamos el trayecto hacia el instituto en medio de las típicas charlas mañaneras con mis amigas.
—¿Qué opinan? —pregunta Jill desde el asiento trasero, estirando la pierna hacia delante.
Para variar, se compró otro par más de zapatillas. Tiene cierta fascinación por las Converse, no me extrañaría que en algún momento la empresa la contacte para enviarle prendas de regalo por ser su mejor cliente. Ahora, su nueva adquisición está repleta de diminutos brillos negros.
Genial, a mi amiga le brillan los pies.
—Me dejarán ciega —bromeo, extendiendo una mano por delante de mis ojos como parte de mi actuación.
—Eres una exagerada, Caitlin. Pero, ¿pueden apreciar esta belleza un momento? ¡Es perfecta! —exclama, encantada—. Si fuera por mí me cubriría entera de brillos.
Y le creo. Jill es capaz de cumplir semejante capricho.
—Ya lo sabemos —dice Penny, conociendo más que bien a su prima.
—Le tendría que haber preguntado a la vidente si vio algo de eso en mi futuro —murmura, pensativa.
—¿A quién? —le pregunto, sin entender nada de lo que dijo.
—Por cierto, necesito usar la palanca de cambios —dice Penny, mirando a la rubia por el espejo retrovisor—. Si no te importa...
—Oh, claro. Lo siento —contesta la otra, y enseguida quita la pierna de en medio.
—¿De qué vidente hablabas? —le vuelvo a preguntar, curiosa.
Jill carraspea para acomodar su voz, como hace siempre antes de empezar a contar una historia sumamente interesante.
—Ayer fui con mi mamá a una vidente, ahí cerca de la tienda de verduras de la señora Tomlinson. Yo no quería ir e intenté convencerla de que no malgastara el dinero, pero esa mujer es igual de testaruda que yo. Hasta consiguió persuadirme de que me leyera el futuro a mí también. Increíble.
—¿Y que te reveló? —interroga Penny.
—No le entendí ni tres mierdas. Por un momento abrió grandes los ojos y me miró espantada, así que imagínense mi cara. Luego me sonrío, un poco nerviosa, y no quiso decirme lo que había visto. Ya me imaginaba por donde iban los tiros, eso está todo armado para quitarte dinero. Y dicho y hecho, le tuvimos que pagar diez dólares más para que me dijera cinco malditas palabras.
Ambas la miramos expectantes. Jill guarda silencio un momento para agregarle más dramatismo al momento.
—¡Habla! —le exige su prima, perdiendo la paciencia.
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CAITLIN | LIBRO I ~ Almas Gemelas
Teen Fiction¿Que la vida es justa? ¿Que siempre hay finales felices? No, nadie cree en eso, ¿o sí? Antes pensaba que podía darme un respiro de la monotonía de mi vida si me sumergía dentro de un mundo diferente, llamémoslo... libro. Sí, ellos han sido mi oxíge...