L

264 64 83
                                    

Narra Caitlin:

El número con el que desea comunicarse se encuentra fuera de línea.

No puede ser. Es la octava vez que me salta la contestadora.

Dejo el teléfono sobre el escritorio y comienzo a caminar de lado a lado por mi habitación, en un estado casi histérico.

Dylan apareció en mi casa quince minutos después de que Jill tuviera que marcharse. Ella y yo estuvimos un tiempo largo charlando en mi cama, hasta que su madre la llamó para que la acompañara a hacer unos recados. La pobre no durmió nada, parecía un zombie.

Por otro lado, la noticia de mi secuestro no le agradó para nada, se puso como loca cuando le conté lo ocurrido. Se fue indignada de aquí.

Llevo mis ojos hacia el chico que duerme plácidamente en mi cama. Le pedí a Dylan, apenas puso un pie nuevamente en mi casa, que descansara un poco. Estaba exhausto por no haber pegado un ojo en todo el día.

Me contó lo que sucedió con Sarah. Mientras él estaba con ella, yo podía sentir sus emociones, y sabía que nada estaba saliendo como esperaba. Mi corazón se estrujó al sentir su dolor cuando me lo contó con sus palabras.

Solo espero que Sarah recapacite. Es una terrible idea exponerse ante Argus de aquella manera. Es un maldito loco que no sabemos como reaccionará.

Dylan consiguió dormirse luego de soltar todo aquello. Al parecer, hablarlo resultó ser un analgésico para él.

Yo no puedo siquiera quedarme sentada de lo nerviosa que estoy. No puedo comunicarme con mis padres desde ayer. Mi teléfono registra varias llamadas perdidas de ellos durante la madrugada, pero claro, no sabían que en ese momento estaba "secuestrada". Además había olvidado llevar conmigo el maldito aparato al entrenamiento, justo antes de ser atacados por aquellos Raezers. Por lo tanto, no lo traía encima cuando intentaron comunicarse conmigo. De todas formas, agradezco haberlo olvidado, ¿y si atendía algún discípulo de Argus? O el mismísimo Argus...

Ahora estoy más que preocupada. Ese lunático, cuando tuvimos la oportunidad de hablar con él en el campo de entrenamiento, mencionó a mis padres y su viaje a Colorado. ¿Y si les hizo algo?

Muerdo mis uñas con nerviosismo mientras continúo mi caminata por el cuarto. Si sigo así desgastaré el suelo bajo mis pies.

Puedo oír la suave respiración de Dylan, que me trae un poco de calma, pero no es suficiente.

De pronto, el teléfono comienza a sonar por todo el cuarto. Con el corazón galopándome en el pecho, corro a atender la llamada.

—Mamá —contesto con cierto alivio en la voz.

Hija, al fin contestas —escucho la voz de mi padre del otro lado de la línea. Suena preocupado y aliviado a la vez.

Confundida, miro la pantalla del teléfono y verifico que he leído bien. ¿Por qué él tiene el teléfono de mamá?

—Lo siento, olvidé que tenía el teléfono en silencio —miento—. Intenté dar con ustedes pero me saltaba el contestador.

—No hay mucha señal aquí. Cariño, tengo... tengo que decirte algo —hace una pequeña pausa para tomar aire.

¿Por qué siento que algo no anda bien?

—Papá, me asustas, ¿qué sucede? —pregunto realmente preocupada—. ¿Por qué mamá no atendió? ¿Ella está bien?

Donde Argus ordenó ponerle un solo dedo encima...

Estas cosas no deben decirse por teléfono —suelta en un susurro, más para sí mismo que para mí—. Tu madre no pudo atender el teléfono porque no se siente bien... es... es por tu abuela, cariño, la perdimos. Falleció esta madrugada.

CAITLIN | LIBRO I ~ Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora