Narra Caitlin:Detesto sentir esta horrible sensación de que algo malo pasará. Intento mantener la compostura, pero es imposible que la tensión del momento no se me vea reflejada en el semblante.
Argus está frente a nosotros mirándonos a todos con un desprecio imposible de disimular. No paso por alto la mirada de odio que Dylan y yo nos ganamos de su parte. ¿Qué le hemos hecho? ¿Qué le han hecho a él para sentir ese odio tan grande hacia nosotros?
Por un momento sus ojos se dirigen hacia un punto de la cueva, el único espacio iluminado por la luz natural y cubierto por una alfombra de vegetación. Ese pequeño espacio parece lo único que tuviera vida en este lugar. Lo único puro y bueno. Y solo una flor blanca ha brotado en ese suelo, pareciera una especie de milagro.
El tiempo se ralentiza a mi alrededor cuando soy consciente de un pequeño detalle, porque no solo me detengo a contemplar ese territorio, sino que también centro mi atención en Argus. La forma en la que mira ese espacio exclusivo es totalmente distinta a la que iba dirigida hacia nosotros. El odio se ha esfumado como por arte de magia, incluso la tensión en sus hombros ha disminuido. Observa ese lugar con una mezcla de cariño y añoranza que me deja un poco descolocada. Dylan también se percata de eso al sentir la confusión arremolinándose en mi pecho. ¿Qué tiene de especial aquello?
No llego ni a contar dos segundos cuando los ojos de ese tirano ya están nuevamente sobre nosotros, volviendo a adoptar ese semblante imperturbable del principio.
Elevo ligeramente mi mentón para aparentar más seguridad y confianza en mí misma, no quiero que Argus sea capaz de ver a través de mi y darle el poder de manipularme, porque eso es lo que él hace con todos; cada uno de sus discípulos y guardias del Duxilum están siendo manipulados a su antojo. Él es un hombre poderoso, cualquiera podría darse cuenta de eso a simple vista, ¿qué más necesita para ser feliz? ¿Qué no lo tiene todo?
—Ya déjala ir —le exige Dylan, haciendo su mayor esfuerzo por controlar su ira.
Argus mira a Sarah a su lado, que está flanqueada por dos discípulos que la mantienen sujeta por si decide escapar.
Ella le dedica una mirada de reproche a su nieto, él no debía salir de su escondite para salvarla. Ella ya no tiene salvación, ninguno de ellos aquí la tiene. Pero es su abuela y cualquiera reaccionaría de la misma manera que él, ¿podía culparlo?
—Eleonor, ¿lo reconoces? ¿Sabes quien es él? —le pregunta Argus, señalando con la barbilla a mi novio.
Siempre me resultará raro oír su verdadero nombre, pero así es como en verdad se llama Sarah.
Ella rechina los dientes y le dedica una mirada de odio a ese maldito.
—¿Te comieron la lengua los ratones? —Argus curva hacia arriba una de las comisuras de su boca.
Está disfrutando esto, realmente lo hace.
Sarah respira hondo y alza la cabeza con orgullo para finalmente responder:
—Es mi nieto.
Argus aplaude con una lentitud un tanto maquiavélica. La sonrisita de suficiencia de su rostro jamás desaparece.
—Me lo imaginé, tienen algunos rasgos muy... similares —contesta él, alternando la mirada entre ella y Dylan.
Sus ojos, principalmente. Ambos comparten el mismo color gris claro que dejan fascinado a quien los mire.
Sarah no le responde. Ella solo se mantiene en silencio, a la expectativa de lo que dirá o hará ese chiflado.
—Si no hubieses escapado de mí años atrás nada de esto estaría pasando y yo no me vería obligado a matarlos a todos, mi querida Eleonor —murmura él, muy resentido por lo que ella hizo en el pasado.
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CAITLIN | LIBRO I ~ Almas Gemelas
Novela Juvenil¿Que la vida es justa? ¿Que siempre hay finales felices? No, nadie cree en eso, ¿o sí? Antes pensaba que podía darme un respiro de la monotonía de mi vida si me sumergía dentro de un mundo diferente, llamémoslo... libro. Sí, ellos han sido mi oxíge...