Es increíble que esté enterándome de esto justo ahora. ¡Mi amiga es una Raezer mortal, como mi hermano! ¿Cómo no pude darme cuenta de esto antes? Bueno, de todos modos, es imposible hacerlo si su escudo y su poder son invisibles a nuestros ojos.Jill me observa con cautela, seguramente está esperando que le caiga encima la tercera guerra mundial o peor, pero me contengo.
—Hace más de un año que lo soy —confiesa en un murmullo.
¡¿Más de un año?! Entonces la relación entre ellos surgió a partir de esto, ¿verdad?
Ahora entiendo a lo que se refería mi hermano cuando me dijo, aquella madrugada luego de mi fiesta de cumpleaños, que ella era la única que podía entenderlo.
Me siento decepcionada de todos, ¿por qué se empeñaron en ocultarme tantas cosas? ¿Qué clase de juego es este? Y además, me enoja mucho no haberme dado cuenta de las cosas antes. Cada vez me resulta más difícil confiar en las personas, uno jamás termina de conocerlas.
Taylor, que está junto a Jill, también me observa receloso, ambos esperan a que diga algo, pero ni siquiera puedo conectar el cerebro con la boca.
—¡Taylor, te necesitamos aquí! —le grita mi novio desde lejos, mientras esquiva las descargas que le lanzan unos cuantos.
—No sabes cuan arrepentida estoy de no habértelo dicho el mismo día que supiste lo que era Taylor —dice todo a una velocidad tan rápida que apenas me da tiempo de entenderle—. Si reaccionaste de esa forma con él... temía lo que hicieras cuando descubrieras lo mío. Te juro que hoy iba a contártelo todo, ya estaba lista para hacerlo y...
—¡Apártense! —nos grita Kyle, a un par de metros de nosotros, justo cuando el cuerpo de uno de esos Raezers es lanzado en nuestra dirección.
Taylor y Jill se apartan justo a tiempo, dejándole paso al cuerpo calcinado que pasa entre medio de ellos y golpea con fuerza contra el vigoroso tronco de un árbol. Tal es el impacto, que el Raezer, ya sin vida, queda incrustado en la madera.
—Lo siento, Caitlin, por favor, perdóname —me suplica mi amiga, abalanzándose hacia mí para darme un abrazo.
Mis brazos se mantienen inmóviles a mis costados, no soy capaz de corresponderle, y no porque no quiera, sino porque estoy en completo shock.
Jill es una Raezer. Ella es como mi hermano. Ella podría morir. Podría perderla para siempre...
—¡No! —el grito de Taylor nos obliga a separarnos inmediatamente.
Pero es tarde, el sonido de un arma al ser disparada me aturde los oídos momentáneamente, aunque eso no es nada comparado con el dolor que viene un segundo después. Quiero soltar un millón de palabrotas, pero me aguanto la agonía en silencio solo porque no quiero atraer la atención de más Raezers hacia aquí.
¡Mierda! ¡Malditos desgraciados!
La bala se ha incrustado en mi brazo, puedo sentir su presencia ardiendo bajo mi piel. Llevo mi mano a la herida y hago presión para detener la hemorragia.
—¡Por Dios, Caitlin! —se horroriza Jill, viéndome con una expresión de espanto que en otra ocasión me causaría risa.
¿Es que jamás estuvo en ningún enfrentamiento? No, claro que no. Seguramente Taylor la habrá mantenido lo más apartada de todo esto, salvo por los entrenamientos, por supuesto.
Mi primogénito se carga rápidamente a quien efectuó el disparo, y se acerca a mí a toda velocidad. Examina con atención mi brazo, rechinando los dientes al ver lo que me han hecho. Él no pierde el tiempo, rompe un trozo de su camiseta y lo envuelve alrededor de la herida para realizar un efectivo torniquete.
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CAITLIN | LIBRO I ~ Almas Gemelas
Ficção Adolescente¿Que la vida es justa? ¿Que siempre hay finales felices? No, nadie cree en eso, ¿o sí? Antes pensaba que podía darme un respiro de la monotonía de mi vida si me sumergía dentro de un mundo diferente, llamémoslo... libro. Sí, ellos han sido mi oxíge...