—¡La anfitriona ha llegado! —exclama mi madre una vez que pongo un pie adentro de la casa. Se apresura en acercarse para ser la primera en darme un gran abrazo—. Feliz cumpleaños, cielo.Tiene puesto un vestido largo de color azul, simple, sin nada extravagante, pero muy hermoso.
—Gracias mamá—me río de su efusividad.
—¡Oh, aquí está mi niña! —reconozco esa voz.
Mi madre se hace a un lado para dejarle el lugar a una persona muy especial para mí.
Esta persona también lleva puesto un vestido, pero de color negro y sin mangas, que le llega un poco por debajo de las rodillas. En sus pies trae unos zapatos bajos sin tacos. Su cabello castaño, igual que el de mi madre, lo lleva con pequeñas ondas que enmarcan su cálido rostro.
—¡Abuela! —exclamo con alegría.
La he extrañado mucho. Detesto que viva a tantos kilómetros lejos de aquí. Si la tuviese en Idaho podría pasar mucho más tiempo a su lado.
Dulcie me estrecha entre sus brazos por un buen rato. Me encuentro sumamente concentrada en no aplicar demasiada fuerza. No me gustaría oír sonar unos cuantos huesos.
—Cada día te pones más hermosa —me dice al oído—. Feliz cumpleaños, cariño.
—Gracias —digo con una gran sonrisa plasmada en el rostro—. ¿Tú como estás? La última vez que hablamos no te oías muy bien.
Me aparto un poco para poder verla a los ojos. Me preocupa su salud. Dulcie siempre ha sido una mujer fuerte que no suele enfermarse.
—Oh, no te preocupes, cariño. Solo son mis alergias.
Aunque no estoy muy conforme con su respuesta me limito a asentir. ¿Por qué siento que hay algo más?
Tal vez te esté diciendo la verdad.
Puede ser, no lo sé.
Ella acuna mi rostro entre sus manos. Sus pequeños ojos azules brillan de emoción.
—Estoy muy orgullosa de la persona que eres hoy en día, Caitlin.
Una sonrisa se extiende en mi rostro, no la quito hasta que mi abuela mira justo por detrás de mí a la persona con quien acabo de entrar.
—¿No me presentarás a este joven tan apuesto? —pregunta con picardía.
Dylan da un paso adelante y se coloca a mi lado, sonriendo con amabilidad.
—Abuela, él es Dylan —se lo presento—. Dylan, ella es Dulcie.
—Encantando de conocerla —dice él.
—Tú eres el novio, ¿verdad? —mi abuela lanza la pregunta sin ningún tipo de filtro.
Mis mejillas se colorean de solo escuchar la palabra de la boca de alguien más. Y esta persona no es cualquier persona, sino la que me aconsejó muchas veces para que esto funcionara.
Dylan, a comparación de mí, parece relajado. Es más, hasta podría decir que la situación lo divierte.
—Sí, soy el novio —contesta con un orgullo evidente.
—Eso creí. Ya era hora, niños —murmura ella sonriente.
Mi rostro se torna más rojo de solo oír aquello. Y cuando creo que la tortura termina, mamá se acerca para poner su atención en el chico que ahora está sujetando mi mano.
—Yo te dije que sus dieciocho traerían sorpresas —le susurra mi abuela, palmeando con suavidad el hombro de su hija. Luego, se dirige al jardín trasero donde se oyen la mayoría de voces.
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CAITLIN | LIBRO I ~ Almas Gemelas
Teen Fiction¿Que la vida es justa? ¿Que siempre hay finales felices? No, nadie cree en eso, ¿o sí? Antes pensaba que podía darme un respiro de la monotonía de mi vida si me sumergía dentro de un mundo diferente, llamémoslo... libro. Sí, ellos han sido mi oxíge...