Narra Kyle:
Todo se ha ido a la mierda.
Los guardias no dejan de atacarnos y ni siquiera hemos encontrado esa dichosa piedra.
Cuando mi cuerpo se terminó de recuperar del ataque anterior en el cual casi termino rostizado, he podido reincorporarme nuevamente a la batalla.
Ahora tengo a dos encima que no me dejan en paz. Juro que le arrancaré la cabeza a uno de los dos y se la daré de comer a su compañero. ¿No me creen? Pues deberían hacerlo. Uno de ellos se abalanza hacia mí con su lanza de Tarzán, pero esta vez soy más cuidadoso y no dejo que me toque ni un solo pelo, me muevo con agilidad hacia un lado y la lanza termina por incrustarse contra la pared rocosa, dándome un segundo extra para poner mi atención en su compañero que ya estaba por lanzarme su poder.
Ni lo sueñes.
Mis pies abandonan el suelo cuando de un salto esquivo su ataque. En el aire alcanzo a ver a Dylan y a Caitlin, a un par de metros de mi posición, que parecen estar manteniendo una charla con Argus. O mejor dicho, los está distrayendo de ver una cosa...
—¡Chicos, miren detrás de ustedes! —les advierto una vez que mis ojos corroboran que eso que está allí es el Duxilum.
No hago tiempo de detenerme a contemplarlo más a detalle, ya que mi peso inicia nuevamente su descenso a donde me esperan esos dos idiotas con sus armas listas.
Bueno, ahora recuerdo que yo tengo una mejor.
Tomo una corbata negra del bolsillo de mi pantalón y la arrojo a modo de látigo contra una de las lanzas a la cual se une. Lo siguiente que hago es tirar de ella hacia mí para finalmente tenerla entre mis manos. Esto se pondrá divertido. Con todas mis fuerzas, la lanzo contra el cuello del otro Raezer que sigue aun armado y que es incapaz de esquivar mi tiro certero. La lanza le atraviesa la garganta y la misma potencia lo arrastra más lejos, justo contra la pared de piedra a la cual se queda clavado.
Qué lastima, ya se murió. Me hubiese gustado divertirme un rato más con él. Por suerte, tengo al otro que ya está planeando abalanzarse contra mí. Centro toda mi atención en ese imbécil y le hago un gesto con la cabeza para que se acerque. Él desvía la mirada hacia la corbata de mi mano y veo como su ceño se frunce. No querrá saber que estaba haciendo con esta corbata antes de que Taylor me llamara para que fuera a lo de Dylan. Pensar en eso me trae a Miracle a la mente y no puedo perder la concentración ahora. Aunque admito que estoy un poco preocupado por ella, su inexperiencia con el escudo podría llevarla a perder contra la fuerza del Duxilum. Si algo le llegara a suceder... no quiero ni imaginarlo.
Haciendo a un lado esos pensamientos, enfoco mi vista en mi objetivo y le sonrío con chulería para hacerlo enfadar. Sí, eso creo que ha funcionado. El sujeto rechina los dientes y me lanza a toda velocidad su maldita lanza. De puro milagro consigo hacerme a un lado, pero ésta atraviesa mi escudo y logra rozarme el brazo. Maldito... Aprieto los labios para evitar maldecir en voz alta. Lo mejor que puedo hacer ahora es usar mi arma más poderosa: la corbata. Antes de que pueda darse cuenta, de un latigazo la enlazo alrededor de esa maldita vara. Tiro hacia mí y la lanza queda finalmente en mi poder.
Mi contrincante no se rinde tan fácil. Primero me ataca con su poder, el cual se disuelve apenas toca mi escudo, por supuesto, y luego atina a tomar su pistola. Este es mi momento. No le doy ni tiempo de poner el dedo sobre el gatillo ya que le arrojo la lanza en su dirección. Observo como la vara le atraviesa de lado a lado la mano y la pierna, justo donde allí tienen la correa que sujeta la funda del arma.
Un mejor tiro no pude haber hecho.
Bravo, Kyle.
El Raezer abre la boca para proferir un alarido de dolor, pero lo callo al instante cuando una descarga de mi energía impacta de lleno en su horrible rostro. Me hubiese gustado descargar más contra él, pero hasta ahí esta bien, no quiero que la cueva se derrumbe sin antes haber encontrado el Duxilum.
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CAITLIN | LIBRO I ~ Almas Gemelas
Teen Fiction¿Que la vida es justa? ¿Que siempre hay finales felices? No, nadie cree en eso, ¿o sí? Antes pensaba que podía darme un respiro de la monotonía de mi vida si me sumergía dentro de un mundo diferente, llamémoslo... libro. Sí, ellos han sido mi oxíge...