LXIV

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Narra Dylan:

Tomo a Ryan por el cuello y con todas mis fuerzas lo estrello contra el suelo. He dejado mi escudo al ras, aun sigue protegiendo mi energía, pero no lo tengo extendido del todo.

Mi hermano realmente se esmera en quitarme de encima pero no lo consigue. Es listo, no me arroja su poder, porque sabe que si lo hace corre el riesgo de que rebote contra mi escudo. ¿Qué piensa hacer ahora además de escucharme? No lo dejaré ir tras Caitlin, ya casi terminamos con esto. Desvío solo medio segundo mi vista para ver que ella ya casi llega al Duxilum.

—No lo logrará —murmura mi hermano, prepotente.

Vuelvo enseguida la vista hacia él, rechinando los dientes en respuesta. Ahora que lo tengo donde quiero, ¿qué mierda hago con él?

Matarlo, desde luego.

Todo mi ser grita que lo haga, hasta mi poder se remueve con frenesí dentro de mi cuerpo rogándome que dispare toda mi energía contra él, pero no puedo hacerlo. Soy un imbécil. Es que ¡maldita sea! ¡Es mi jodido hermano! ¡¿Quién piensa en matar a su propio hermano?!

Pues él.

La ira se adueña de cada fibra de mi cuerpo y hace que ajuste el agarre de mi mano en torno a su cuello.

—¡¿Por qué? ¡¿Por qué, Ryan?! —le grito cabreadísimo.

¡¿Por qué me obliga a esto?! ¡¿Por qué no entiende que sigo siendo yo, la misma persona que vivía bajo el mismo techo que él?! ¡¿Quién carajos estaba ahí con él cuando la basura de nuestro padre se ponía violento?! ¡¿Quién lo defendía y aguantaba cada golpe por él?! ¡¿Quién, maldición?!

—Siempre te ha... gustado... hacerte el héroe... hermano —consigue decir aun con mi mano presionando su cuello.

—No me gusta, te puedo asegurar eso, pero tampoco está en mis planes ver morir a quienes amo —le digo entre dientes.

—¿Y qué pasó con mamá? —contraataca. Eso sí que es un golpe bajo. Al ver mi rostro de desconcierto continúa—. No eres un héroe, jamás lo fuiste, Dylan. Tú eres el villano. Tú eres el asesino.

No voy a decir que sus palabras no han tocado una fibra muy sensible dentro de mí, porque estaría mintiendo. Sus palabras han caído sobre mí como un baldazo de agua helada, y han logrado sacar afuera todos esos recuerdos que creí tener muy bien guardados en un recóndito lugar de mi mente.

Los ojos se me humedecen por las lágrimas de rabia que comienzan a acumularse, aunque no me permito soltarlas. Este maldito bastardo, que no es mi hermano, no merece verme llorar por él. Yo ya lo lloré un día, él día que creí que había muerto. Y sí, en realidad ese día se murió para mí. Esta persona que está conmigo no la reconozco, no es nadie en mi vida.

—Te pudrirás en el infierno —le digo, preparando mi poder que ya está ansioso por deshacerse de él.

—Lo haré, pero no me iré solo —sentencia, entonces.

Varias cosas pasan por mi cabeza al oír eso. La primera de ellas es que piensa arrastrarme consigo luego del que Duxilum estalle, tal vez rompiendo mi escudo. La siguiente hace referencia a Sarah, que en este momento está lidiando con un Argus fuera de sus cabales y no tardará en deshacerse de ella. Y la última, la peor de todas, es que se refiere a Caitlin, que acaba de llegar junto al Duxilum. Veo como ella dobla sus piernas y se impulsa hacia arriba para quedar a la altura de la pequeña piedra la cual toma entre sus manos.

Termino de confirmar una de mis teorías cuando Ryan saca una arma que había debajo suyo y apunta en dirección a mi destrucción.

—¡No! —grito colérico.

CAITLIN | LIBRO I ~ Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora