LIX

248 62 127
                                    


Narra Dylan:

Después de todo lo que hemos pasado al fin la veo. Ella está frente a mí, con vida. Y yo ni siquiera se que sentir al respecto. ¿Debería alegrarme por volver a verla? ¿O debería sentirme molesto por su estúpida decisión de habernos delatado? Sí, aun recuerdo su traición, fue el mismo día en el que Caitlin descubrió que su hermano es un Raezer mortal. Sarah les reveló a toda esta chusma el lugar donde se encuentra la dichosa llave de respaldo con la que entraron a la casa de mi novia. Vaya forma de demostrarle lealtad, poniendo en peligro a la mujer que amo, y a todos nosotros, cabe decir. Además, ¿por qué una llave? Un Raezer es capaz de derribar una puerta con un dedo si se lo propone. Al parecer lo único que vale aquí es la traición, y Sarah demostró ser de "ayuda".

La miro de arriba abajo. Me es imposible reprimir una mueca de disgusto al verla en ese espantoso uniforme de color negro, que se le adhiere al cuerpo como una segunda piel. En su pecho, del lado izquierdo, lleva ese estúpido escudo que los representa. Su significado es curioso, simboliza al Duxilum. Rodeado por dos flechas que lo abrazan, la de abajo simboliza únicamente a los Raezers que protegen la piedra, y la de arriba representa a la persona que está por sobre todos ellos, quien cuida a este mundo oculto: Argus. Lo sé porque Sarah nos lo contó a mi abuelo y a mí hace tiempo.

Sé que se está esforzando por mantener la intensidad de su energía lo más baja posible, pero es algo que no puede reprimir por completo. Entre tanta carga negativa en el ambiente, por primera vez en tanto tiempo siento la suya demasiado molesta. Que va, su presencia me molesta, que esté aquí frente a mí como si no hubiese hecho nada contra Caitlin me enfada demasiado. De solo recordarlo, la sangre comienza a hervir en mis venas, incluso mi pulso se acelera.

—Dylan, yo...

Tomándola desprevenida, mis manos se cierran automáticamente en torno a sus brazos y la conducen hacia atrás, hasta que su espalda se estampa contra muro de piedra. Ella se ve obligada a levantar la cabeza para poder verme a los ojos, aunque es más alta que Caitlin, no llega a mi metro ochenta y ocho.

—¿Con qué derecho te presentas frente a nosotros después de lo que hiciste? —le digo entre dientes, sorprendiéndome a mi mismo del control de mi vocabulario.

—Dylan... —susurra Caitlin, sujetándome del brazo para apartarme de mi abuela.

Sarah se mantiene en silencio, a la espera de lo que haré. Ella no hace amago de apartarme de encima, solo se queda inmóvil frente a mí. A pesar de que una vez la ataqué accidentalmente con mi poder, en el fondo sabe que jamás la lastimaría, nunca lo haría a propósito. No, no podría hacerlo.

Soltando un suspiro de rendición, libero sus brazos y me aparto de ella. Me sitúo al lado de Caitlin y sujeto con ansia su mano. Esta vez es ella quien extiende nuestro escudo compartido, lo suficiente para mantener escondida nuestra energía y lo mínimo para poder hacer contacto con las personas sin hacerles daño.

—Deja que me explique, por favor —implora mi abuela, dando un paso hacia adelante.

¿Qué quiere explicar? Está todo más que claro para mí. Aunque ella parece no darse cuenta de la magnitud de las cosas. Se ha aliado con Argus, le ha brindado información y acceso a la casa de mi novia, y nos ha puesto a todos en peligro. Más claro que el agua imposible.

—Por favor —añade, con ojos suplicantes.

Caitlin me da un pequeño apretón en la mano para que acceda. Maldición, no puedo negarme a lo que ella me pida. Además, en todo caso, es ella la que debería estar mucho más molesta, tiene delante suyo a la persona que la delató. Si Sarah no hubiese abierto la boca, no hubiesen querido intentar llevarse a Caitlin en plena noche.

CAITLIN | LIBRO I ~ Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora