¿Kyle? ¿De dónde salió éste? ¿Y por qué sabe mi nombre?—¿Quién eres? ¿Qué haces allí sentado? —le pregunto a la persona que ocupa el asiento de Dylan. Él es quien tendría que estar ahora en ese lugar.
¡Vete ahora!
Kyle alza ambas cejas en un gesto de sorpresa ante mi reacción. Voltea la cabeza y observa el respaldo de la silla.
—No veo ningún nombre, creo te olvidaste de reservar el asiento —dice con sarcasmo—. ¿O esperabas a alguien más?
Creo que nosotros dos no nos llevaremos bien.
—¿Cómo sabes quien soy? —pregunto ya algo irritada.
Da un rápido vistazo al frente y luego vuelve sus ojos a mí.
—¿Podrías sentarte? No me agrada la idea de montar un espectáculo al montón de entrometidos —murmura por lo bajo.
Miro sobre mis hombros y compruebo que algunos ojos curiosos están puestos sobre nosotros.
A regañadientes me siento junto a él.
—¿Quién eres? —vuelvo a preguntar.
Pone los ojos en blanco y vuelve a echarse contra el respaldar de la silla.
—No te repetiré mi nombre.
—Ya sé tu maldito nombre —contesto malhumorada.
Este repentino cambio de humor me tiene hasta mí asombrada. Debe ser el cansancio que está hablando por mí. Dormir poco me pone bastante irritable.
Además, la ausencia de Dylan me ha aumentado los nervios el triple. ¿Qué significa que no esté aquí? ¿Estará en lo de Sarah? O mejor dicho, ¿habrá regresado?
Su ceño se frunce al oír mi contestación. Parece que no le ha agradado para nada.
Kyle entorna los ojos y acerca su rostro peligrosamente cerca del mío.
—Ten cuidado, Caitlin, porque te arrepentirás luego. Yo no soy Dylan.
Tan solo oír su nombre, un subidón de adrenalina despierta a cada una de las células dormidas de mi cuerpo.
—¿Conoces a Dylan? —es imposible ocultar la desesperación en mi voz.
Kyle se aleja de mi burbuja de espacio personal y suelta un suave suspiro.
No sé quien de los dos está más frustrado en este momento.
Hacen competencia.
—Somos amigos desde hace unos cuantos años.
¿Será él quien estuvo en el estacionamiento el otro día?
—¿Tú estuviste aquí con él hace unos días?
Kyle se limita a asentir.
—¿Y sabes donde está? —pregunto con esperanzas. Tal vez pueda ir a buscarlo.
—No —responde tajante.
¿Y que hace aquí?
—¿A que viniste, entonces?
—Te cuidaré mientras tanto, me lo pidieron, Sarah y... —guarda silencio mientras piensa por un momento lo que está a punto de decir—. ¿Sabes qué? Eso no importa.
¿Y quién? ¿Y Dylan?
—Quiero la verdad. ¿Dónde está él?
—Ya te dije, no lo sé —dice soltando un bufido al final de la oración—. ¿Qué verdad? ¿Qué quieres oír? ¿Si salí en su búsqueda? Claro que lo hice, pero él no quiere ser encontrado. Es un idiota. Fin.
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CAITLIN | LIBRO I ~ Almas Gemelas
Teen Fiction¿Que la vida es justa? ¿Que siempre hay finales felices? No, nadie cree en eso, ¿o sí? Antes pensaba que podía darme un respiro de la monotonía de mi vida si me sumergía dentro de un mundo diferente, llamémoslo... libro. Sí, ellos han sido mi oxíge...