XXI

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—¡Y me ha besado! —repite Penny por enésima vez desde que he vuelto del baño.

Su cita con Thomas fue todo un éxito. Ella se reunió con su chico un día antes de caer enferma, tuvo suerte. Y al parecer no quiso contarnos nada el día que la fuimos a visitar con Jill ya que en ese momento no quería sacar el foco de mí y de Dylan.

Me siento un poco distante de la charla que mantienen mis amigas. Me ha descolocado por completo la noticia que oí hace unos instantes.

Creo que debí plantearme un momento la situación antes de haber culpado a Dylan.

¿Y ahora piensas en eso, genio?

—¿Ustedes han visto a Dylan con su...? —trago saliva para pasar el mal gusto que me deja decir la palabra—. ¿Novia?

Ambas me miran medio confundidas por el cambio brusco de tema.

—No —responde Jill—, pero veo que te ha llegado el chisme.

¿Ellas lo saben? ¡¿Cómo es que no me lo dijeron?!

—No tardó en correrse el rumor de que el modelo de revista norteamericana no está soltero, fue una gran decepción para las que se lo querían ligar —dice Penny.

¡¿Ligar?!

Mis mejillas toman un color rojo intenso al oír aquello. Tengo cientos de palabras para aquellas mujeres que querían intentar algo con él.

A Jill se le ensancha la sonrisa y me apunta con su dedo de manera acusadora.

—¡Te gusta! —afirma a todas voces.

—Cállate, a mi no me gusta.

Mentirosa.

Volteo los ojos cuando me doy cuenta que no tengo escapatoria.

—No quiero que todo el colegio se entere, Jill.

Penny da palmaditas alegres y la otra la acompaña.

—Ya era hora que lo admitieras —dice la rubia.

Ruedo los ojos y le doy un largo sorbo a mi batido de fresas.

Ya me lo había admitido a mi misma. Dyla me gusta. Pero no lo se lo había dicho a mis amigas...

—¡Oh! ¡No creerán lo que oí! —Penny da un pequeño golpe a la mesa al colocar bruscamente ambas manos.

—¡No me digas! —le advierte Jill, deteniéndose a pensar un segundo—. ¡El equipo de baseball vuelve a integrar mujeres!

Su prima niega con la cabeza.

—Ya lo intentaron a eso y las jugadoras no fueron suficientes para formar un equipo. Es obvio, aquí a las chicas les gusta mirar como juegan los chicos. Imagínate que el pitcher lance la bola y te la dé en el rostro por estar mirando el trasero de Alex Dison.

Alex es el capitán del equipo de baseball del instituto, debo reconocer que es muy apuesto, aunque también puedo contar su escasa cantidad de neuronas.

—¿Notaron que todos los capitanes que pasaron por el equipo de baseball cada vez se ponen mejor? Tu hermano fue uno de ellos —Jill se tapa la boca apenas las palabras se le escapan. Noto como sus mejillas toman un leve color rosáceo.

Bueno, no es una novedad que Jill piense eso de mi hermano, siempre le ha gustado, pero jamás se atrevió a decirlo, al menos no hasta ahora.

—Espero no volver a oír eso o tendré que correr a vomitar —musito.

CAITLIN | LIBRO I ~ Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora