XLVI

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Narra Dylan:

—¡CAITLIN! ¡NOO! —las palabras salen en un grito por mi boca, rasgando mi garganta a su paso.

La he visto. Acabo de ver como le han disparado. Y su dolor, lo he sentido en todo momento, solo que ahora se ha incrementado diez veces más. Ya no puedo ver más nada de ella, siento como si mi corazón se estuviera desgarrando dentro de mi pecho. El dolor es infernal, tan así que me obliga a caer de rodillas, sujetándome el pecho y maldiciendo en mil idiomas diferentes.

Esto tiene que ver con nuestra conexión, lo sé. Mi cuerpo está batallando con una fuerza que quiere abandonarlo.

¡NO! ¡Ya basta!

He perdido mi escudo. Esos bastardos me lo han roto y ahora no sé por cuanto tiempo estaré al descubierto. Estoy jodido.

—¡Levántate, Dylan! —exclama Kyle desde su posición.

Ha vuelto a pelear junto a mí. Sabe defenderse y atacar muy bien. Kyle aprendió todo lo que sabe de manera muy eficiente. Su entrenamiento fue duro, más para él que en sus inicios era una montaña rusa de emociones. Había días que la depresión lo consumía y no le permitía hacer más nada que sentarse en la punta de un risco a ver el mar a metros de sus pies. En cambio, otros días la ira lo dominaba a tal punto que podía pasar entrenando un día completo sin detenerse a descansar ni por un segundo. Quería venganza, y lo entendía.

Ahora me está ayudando a salvar mi vida. Destina hacia él todos los golpes del poder de aquellos, ya que aun conserva su escudo. Pero sé que no será por mucho tiempo, veo en el mismo ya varias fisuras.

Estamos cansados. Necesitamos un respiro.

Intento ponerme de pie, pero el dolor en mi pecho aumenta al moverme. ¿Es mi corazón?

¡Mierda!

La imagen de Caitlin en aquella situación no deja de repetirse en mi cabeza a cada segundo, es una maldita tortura.

Quiero gritar como nunca antes lo he hecho y descargar todo mi enojo, pero no puedo, no debo perder la cabeza justo ahora.

La situación es demasiado abrumadora, mucho más luego de haber visto algo que me ha dejado desconcertado.

La traición duele tanto como cuando me enteré que lo había perdido para siempre.

Ryan. Mi pequeño hermano. Recuerdo como era la última vez que lo vi. Su rostro angelical e inocente no daba lugar a dudas de que era un chico bueno. Y que equivocado yo estaba...

En otra ocasión estaría más que feliz de reencontrarme con él, pero ese no es el caso ahora. El muy maldito es un Raezer como Sarah, nuestra abuela, y trabaja para Argus, ¡para ese malnacido!

No puedo creer que me haya ocultado esto durante tantos años. Después de todo lo que vivimos...

—¡Dylan, necesito tu ayuda, hermano! —grita Kyle con desespero.

Puedo ver en su espalda una mancha rojo carmesí que se le ha formado de la bala que lo ha atravesado. Justo había llegado a su lado al momento en que Kyle recibió el disparo. Cinco segundos antes y hubiese evitado aquello.

No puedo creer que estemos pasando por esto. Me siento a punto de explotar de furia, por más débil que me encuentro quiero arrancarle la cabeza uno por uno a todos los Raezers que están aquí para matarnos.

Ellos son los culpables de todo.

Cierro los ojos con fuerza cuando otra punzada ataca mi corazón. ¡Mierda! ¡Que se detenga ahora!

CAITLIN | LIBRO I ~ Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora