Me desperezo con gusto en la cama. Se está muy bien aquí, aunque hace un poco de calor.Abro lentamente los ojos y veo que ya es de día. El sol se cuela en mi habitación por la ventana y cae justo sobre la cobija de mi cama. Ahora entiendo por qué siento tanto calor.
Tardo unos cinco segundos en darme cuenta de que la cama está vacía a mi lado. Dylan no está aquí.
¿Por qué se ha ido? Creía que al despertar lo vería aquí. ¿Le habrá surgido algo?
Con la duda arremolinándose en mi cabeza, me levanto y voy hacia el baño para vaciar mi vejiga que está a punto de estallar. Al terminar, me lavo el rostro, los dientes y me hago un moño despeinado.
Hoy es sábado. Por suerte no hay clases. Tengo que organizar mi día para ver que hacer. Tal vez pueda librarme del entrenamiento por hoy y ver alguna película.
De pronto, escucho un sonido en la planta baja que me pone en alerta de inmediato.
Camino sigilosamente hasta la escalera donde me detengo a escuchar. Los ruidos provienen de la cocina. Agudizo mi oído y puedo oír el característico sonido del aceite en la sartén cuando se está friendo algo. También puedo percibir un ligero aroma provenir de allí.
—Oye, ¿quieres un poco de esto, amigo? —escucho de repente su voz.
Es una melodía para mis oídos. Hacen que el más gris de mis días se torne de mil colores
Bajo lo más silenciosa posible los escalones y asomo la cabeza por la puerta para poder apreciar la escena.
Dylan se encuentra frente a la estufa encendida, donde veo la sartén y unos huevos con tocino friéndose allí.
Mi Adonis solo lleva puesto uno de esos pantalones pijamas de hombre que tomé del armario de Taylor. Digo "solo" porque no lleva puesto más nada. Y cuando digo "mas nada" me refiero a nada debajo del pantalón, ni tampoco sobre su torso. Eso deja a mi completa vista su ancha espalda y sus definidos músculos.
Eres una perra con suerte, Caitlin, ¿lo sabes?
Él está inclinado delante de Rey. Mi perro parece adorarlo, se lo ve contento por como mueve la cola con entusiasmo. Y claro, como no estarlo si Dylan tiene en la mano delante de él un gran tocino listo para ser devorado por el canino.
Justo cuando mi novio se inclina, tengo en primera plana su trasero, y juro que el pantalón no es un impedimento para poder imaginar lo que hay debajo...
—Te gusta lo que ves, ¿verdad? —pregunta entonces, volviendo a erguirse y volteando a verme.
El calor aparece de golpe en mis mejillas. Las siento hervir. Es una tortura tenerlo vestido de esta manera en mi cocina.
No me había vuelto a sentir intimidada por él hasta ahora que acaba de acercarse a mí, creando una notoria diferencia de altura y contextura.
Alzo la mirada para poder ver sus ojos. Tienen un brillo travieso que me provocan un leve cosquilleo en la barriga.
—Tal vez —respondo en un hilo de voz.
Una gran sonrisa aparece en su bello rostro.
—¿Y qué faltaría para que sea un rotundo sí? —dice con picardía, haciendo énfasis en la última palabra.
Dile que hay mucha ropa cubriendo su cuerpo, y eso no me gusta... digo, no te gusta.
¡Solo lleva su maldito pantalón!
Nos vamos entendiendo.
Dylan parece leerme la mente a través de las emociones que comienzan a colisionar en mi interior, y entonces en su rostro se forma una sonrisita de satisfacción.
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CAITLIN | LIBRO I ~ Almas Gemelas
Teen Fiction¿Que la vida es justa? ¿Que siempre hay finales felices? No, nadie cree en eso, ¿o sí? Antes pensaba que podía darme un respiro de la monotonía de mi vida si me sumergía dentro de un mundo diferente, llamémoslo... libro. Sí, ellos han sido mi oxíge...