CAPÍTULO 30 "ERES MALVADA"

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Eran las tres de la madrugada y me sentía agotada, así que Javier me llevo a casa, mamá y papá se quedarían ahí hasta que todos los invitados se fueran. Lo cual me hacía pensar que llegarían muy tarde, ya que habían bastantes invitados aún.

Al llegar a mi casa, ambos bajamos de la motocicleta y nos quedamos charlando un rato.

-Y bien ¿Cómo te la pasaste?. -Preguntó Javier.

-Muy bien. Creó que fue el mejor cumpleaños que he tenido. -Sonreí.

-Que bueno amor. Bueno yo ya me voy. -Se dio la vuelta para subir a su motocicleta.

-Espera. -Lo tome de el brazo. -Antes de que te vayas quiero que hagamos algo. -Me puse enfrente de él.

-¿Qué cosa?. -Preguntó poniendo sus manos en mi cintura.

-Quiero. -Me acerque a su oreja. -Que me hagas el amor. -Le susurré en el oído.

-¿Qué? ¿Es en serio?. -Preguntó algo sorprendido.

-Si mi amor, desde hace tiempo tú querías tener relaciones y no había oportunidad. -Tomé sus manos.

-Me sorprende que tú me pidas eso. -Acercó su rostro al mío.

-Cero palabras y más acción. -Lo miré fijamente a los ojos.

Javier al oír eso me levanto en sus brazos. Abrió la puerta de mi casa, subió las escaleras y llegamos al comedor, donde Javier me recostó en la mesa y comenzó a besar mis labios.

-Espera ¿Aquí porque?. -Reí.

-Cuando hay ganas el lugar es lo de menos. -Plantó un beso en mi cuello.

-Si eso lo sé pero aquí no. -Respondí.

-Okey.

Me volvió a tomar en sus brazos y me llevo directo a mi cuarto.

-¿Qué tal aquí?. -Me miró a los ojos.

-Perfecto. -Sonreí.

Tome a Javier de la nuca y lo comenzé a besar, me bajo lentamente y quedé parada frente a él y seguí  besándolo, sus manos bajaban lentamente desde mi cuello hasta mis muslos.
Sentía que estaba en el cielo, sus besos los sentía tan cálidos, por cada parte que recorría de mi cuerpo.

Se separó de mí y se desabrochó su camisa rápidamente, al terminar de desabrochar cada botón se deshizo de ella, yo me quise  desabrochar mi vestido pero fue inútil, ya que el cierre estaba por detras, en ese instante sentí sus manos en mis hombros, los cuales acarició con movimiento circulares.

-Te amo. -Susurro en mi oído.

-Yo más.

Con su mano derecha bajó el cierre lentamente y al bajarlo completamente me ayudó a quitarme el vestido, este cayó al piso.
Comenzó a plantar besos en mi espalda, seguido de mis hombros, lo que hizo que se me erizara la piel.
Me di la vuelta para verlo cara a cara.

-Esto estorba. -Señale el pantalón de Javier.

Javier me miro a los ojos y rio. Siguió besándome y puse mis manos en el botón del pantalón de Javier y lo desabroché, y cuando al fin acabé de desabrocharlo lo baje y deje al descubierto sus piernas y sus bóxers ajustados, al mirarlo me mordí el labio inferior.
Me tomó del rostro y me besó apasionadamente. Mientras tanto yo bajé mis manos pasando por su pecho y abdomen llegando hasta su cadera, donde me topé con el resorte del bóxer.
Me tomó de los muslos y me levanto en sus brazos, retrocedió un poco hasta que sintió el borde de la cama y se recostó lentamente. Yo quedé encima de él con mis piernas al rededor de su cadera, gracias a esto aprovechó y acarició lentamente mis piernas.
Se separó poco a poco de mis labios y subió sus manos hasta la parte de mi espalda donde se  encontraba abrochado mi brasier, lo desabrochó y me lo quito.

-Toda tú eres perfecta. -Dijo en un suspiro.

Yo no dije nada solo me incliné y lo besé, sentía como sus manos llegaron hasta mis muslos y los acariciaba en circulos.
Después de varios minutos de besos, sentí en mi parte íntima un bulto y era la erección de Javier, a lo que me dio algo de risa.

Pasé mi mano por su abdomen bajando hasta su erección y la acaricie lentamente, haciendo que Javier gimiera de placer.

-Eres malvada. -Dijo riendo.

-Muy malvada. -Sonreí.

Me distraje mirando su expresión de enojo y excitación, me tomó de la cintura y hizo un movimiento haciéndome quedar debajo de él.

-Jajaja estas loco. -Reí.

No dijo nada y comenzo a besar mi cuello y sus besos fueron bajando hasta mis pechos, los comenzó a besar y luego los lámia deseoso de más y mis gemidos llenaban sus oído de felicidad, lo notaba por sus expresiones.
Después de jugar un rato con mis pechos su lengua bajo por mi abdomen hasta llegar a mí ombligo en el que plantó un pequeño besó que me hizo gemir y arquearme y con sus manos me quitó los calzoncillos. Yo no sería la única que estaría sin calzones así que me levanté y con mis manos bajé sus boxers y él me ayudó deshaciéndose de ellos mandando ambas prendas al pisó.

Ambos nos encontrábamos totalmente desnudos.

MI MOTOCICLISTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora