13- Geno.

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La conversación que había tenido con Stave fue un poco típico de madre a hijo, pues era la octava vez en la semana que le preguntaba lo mismo.

— ¿De verdad tengo que usar vestido?

— Sí, Stave.

— ¡Estoy viendo como mi dignidad agarra sus maletas para irse con el orgullo! —Se quejó. Haciendo un puchero aún amarillo por su rubor de vergüenza.

— Míralo de este modo, si no tienes personalidad, a la hora de conseguir trabajo no te irá bien, siempre buscan al más dispuesto, agradece que acá aunque te comportes como un niño te doy muchas oportunidades.

— Claro mamá, ¿Ahora puedo tomar un descanso?

— No, es en media hora. —Sonrió sin gesto de victoria, bien sabía que a veces tenía que devolverle el juego para lograr manipular un poco a su trabajador y lograr que haga su deber, le hacía un favor grande a su amigo con instruir a su hermano menor en el mundo de un adulto, y poco a poco tendría que ser más firme si seguía del mismo modo.

El menor arrugó el rostro e indignado se fue a la pared a esperar que sus clientes tomaran su pedido.

Así fue donde la mesa de su hermano y amigos, era primera vez que veía a los demás, algo dispersos por los distraídos que estaban, pero no podía catalogarlos, menos cuando él mismo no había estudiado más de cuatro años, uno de los dos compañeros de Error ya estaba por sacar su título, así que respeto tenía que tener. Eran futuros profesionales mejor que él, y tampoco es que él fuera tan viejo, apenas rondaba a los veinticinco.

— ¿Qué quieren de tomar?

— Un café con leche, uno con chocolate y otro con miel. —Dijo Error apoyado en la mesa, sabía su expresión y era una de un sufrimiento sigiloso, y lo entendía, habían algunos gatos rondando cerca de él y sabía que no quería acariciarlos frente a los demás, lo dejó ser.

Anotó todo con una sonrisa propia para el local, aunque algo tenso cuando veía la mirada que lo examinaba del esqueleto que portaba ropas oscuras, por más que había tenido las ganas de quejarse era normal que la gente se quedara viendo los vestidos, más con los hombres que tenía trabajando consigo, pero ese era el problema... Él no estaba usando un vestido como para ser escaneado.

Turbio, se alejó para que hicieran los pedidos bastantes simples a su parecer.

3 Sirvientes; 3 clientes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora