3 Sirvientes; 3 clientes.

70- Error.

Todo volvía lentamente a la normalidad por parte de ambos, se reencontraban como era una costumbre donde el trabajo de Ink para pasar el rato antes de volver junto a Geno a casa, el de pupilas cambiantes estaba bastante animado, y en vez de solo sentir molestia por su ánimo tan resplandeciente, estaba curioso de las razones.

— Es muy sospechosa esa sonrisa. —Criticó— ¿Habrá algo que me ocultas, culo de arcoíris?

— Cosas de trabajo, nada grave~. Creo que era una broma... No recuerdo.

— ¿Y todavía te causa gracia?

— ¿Qué puedo hacerle?

El azabache rodó sus cuencas, cruzándose de brazos para observar con detenimiento al adverso, era verdad que se le olvidó, lo notaba en su expresión. Lo dejó pasar, restándole importancia, quedando en silencio.

— En fin, Error ~, supe también algo de los gatos.

— ¿Qué cosa?

— ¡Me aman! Y me quieren comer.

Error alzó una ceja, sonriendo incrédulo.

— ¿Qué?

— ¿Quieres ver cómo me devoran vivo?

—... Bien, así habrá un tonto menos.

— ¡Tengo sentimientos!

— Solo muéstrame eso.

Ink amplió su entusiasmada sonrisa, haciéndose espacio en el suelo para sentarse y pronto recostar su espalda en la superficie, Error no captaba lo que trataba de hacer, se veía ridículo tirado allí mirando la nada, hasta iba a remover su cuerpo con el pie para saber si se estaba haciendo el muerto. Mas, su espera tuvo su recompensa, pronto los mininos poco a poco se amontonaban sobre el adverso, quien se reía por las posibles cosquillas.

Hasta Jammy se unía a tal montón.

Confundido, el azabache no sabía si palmearse el rostro por tales ocurrencias o reírse por la misma razón, era muy idiota y tristemente le resultaba divertido, optó por ambas opciones, siendo interrumpido por su hermano que salía de la puerta para solo trabajadores sacudiendo un paño.

— ¡No, Ink, no de nuevo! ¡Quedarás lleno de pelo y Fresh estornudará todo el rato!

Por eso principalmente no llevaban al menor a la tienda para visitar, era peligroso por su pequeña alergia. Ink se levantó apenas, pues los gatos hicieron resistencia. Error se le acercó quitando a los mininos aferrados a sus prendas, suspirando.

— Eres un caso perdido, Ink.

— Y que lo creas, Error, yo tengo que soportarlo casi todos los días.

— Así me quieren, así me quieren, yo lo sé. —Atribuyó Ink.

Error casi asintió en voz alta tal cosa, solo gruñó y calló durante el viaje a casa.