20- Ink.

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Tenía que tener cuidado por donde caminaba, a veces habían perros cariñosos que siempre corrían a él a morder sus huesos, por ello debía mantenerse en las sombras, no quería tener infecciones, mucho menos con su familia que no le llevarían al médico o le darían medicina.

Ya estaba acostumbrado a eso, pese al principio le había dolido su negativa, no podía quedarse rendido por el desprecio de ellos, tuvo que salir adelante, sus amigos le ayudaron a soportarlo, ya faltaba poco para poder tener el dinero necesario para irse a arrendar, así que unos meses así no eran suficientes para hacerle caer otra vez.

Llegó a la casa a salvo de los perros, para entrar con la llave que tenía en el patio trasero, se asomó al comedor donde estaba su hermano mayor y madre comiendo, sin percatarse de su existencia.

— ¡Ya llegué!

Ni una mirada recibió, pero pudo notar en Zephyr el ceño fruncido por oírlo, así que mejor era escapar.

Fue a la cocina, solo había una pequeña ración, feliz de eso tomó la comida y corrió escaleras arriba hasta su "habitación", allí, era el ático, el espacio era tan pequeño que su cama sólo era el colchón, se sentó y comenzó a comer revisando si su amigo Geno ya había llegado, debía ver el lado bueno, tenía libertad de hablar y dormirse a la hora que quería, siempre y cuando no molestara a los de abajo.

Era una rutina densa tras el trabajo, pero no tenía que dejarse influenciar, ya todo podría acabar o algún día su madre o hermano lo podrían mirar sin sentir asco, solo era esperar...

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