60- Outer.

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Entró al lado normal del local relajado, había tenido recientemente una exposición la cual le había ido bastante bien, quería notificarle de esto a su amigo, pero no pudo hacerlo al verlo desganado, una mano apoyando su rostro mientras su codo estaba en la mesa, su mano libre estaba golpeteando con sus dedos en la misma superficie, al instante se preocupó.

— Stave... ¿Qué ocurre?

El de pecas no había notado su llegada, se encogió de hombros asustado y se intentó sentar mejor para hacer como si nada, sonriendo con naturalidad que Outer ya acostumbraba a ver cuando le ocurría algo, por lo que sentándose le sonrió con calma, el gesto de que no estaba presionándolo para saber.

— Nada. Solo estoy pensando.

— Supe que Stella ya volvió al local.

El de pupilas casi doradas en su totalidad miró al adverso, asintiendo.

— Sí, hablé con Geno sobre sus papeles y hoy mismo iba a poner su ficha en la pared junto a los otros.

— Se incorporó a la gran familia de gatos.

— Algún día van a dominar el local. Yo lo sé.

Ambos rieron, Outer pidió un café para seguir conversando, era su rutina, una que a ambos les gustaba mucho, conociéndose mutuamente pese tomara tiempo tener que saber nuevas cosas del menor. Outer le contó sobre su exposición.

— Wow... Yo creo que hablar frente a muchos me haría temblar las piernas.

— Pues vas muy bien con tu trabajo acá, cada vez menos tiemblas.

— ¿Acaso me acosas, Outer?

— Yo siento que tú me espías.

Stave sonrió ampliamente, pero poco a poco su expresión burlona se decaía hasta volver a la misma posición cuando Outer entró al local, apretó sus labios.

— Igualmente ya es fin de año... Ya me iré del local.

— ¿No era ese tu anhelo? Dejarás de usar vestido en contra tu voluntad.

— Sí... Pero... Uhg.

— Tranquilo, tómate tu tiempo.

El menor se llevó los dedos entre sus cuencas, Outer pasó su mano por el hombro contrario, la mirada de Stave cambió a una un tanto angustiada.

— No quiero irme... Y dejar de tener estas conversaciones. —Susurró un "eso" desviando la mirada.

Outer alzó sus cejas con sorpresa, no se esperaba que realmente sus juntas había provocado que Stave apreciara estar ahí, no podía demorarse en dar una respuesta, de todos modos, también disfrutaba tener a alguien que amara del mismo modo lo que él también adoraba, y además fuera un esqueleto agradable, no podría dejarlo siempre solo, quería ayudarlo.

— Que te vayas de acá no es motivo para dejar de vernos... Stave, ¿Te parece... salir fuera de los descansos de tu trabajo?

Ahora era el turno de Stave en tener una expresión inesperada, sus mejillas se inundaron de rubor, su pierna se alejó de su asiento queriendo separarse, pero tomó valor.

— Me... Dios, ¿Acaso me pides una cita?

— Puede.

— Entonces me haré el difícil y diré que me lo pensaré.

— Con eso estoy más que satisfecho.

3 Sirvientes; 3 clientes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora