27- Stave.

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Tomaba de un rico café que se tuvo que comprar, porque aún sea trabajador tenía que pagar el alimento, en su descanso, siempre se cambiaba para no tener que ser mirado mientras se quedaba en los alrededores, no le gustaba salir del local pues a veces podía atrasarse y los descansos no eran dos horas como para ir a casa y flojear allí un buen rato, y si estaba con el vestido puesto le creerían funcionando y lo llamarían como pasó una vez.

Con la mano siendo soporte de su mejilla, miraba aburrido a algunos gatos, dormían, se paseaban, su vida era relajada, ¿A quién no le gustaría ser un gato? O cualquier animal con tal de no vivir la tortura de la que era trabajar con un vestido todo el día, y no es que le parecía aparte de indignante, negativo por todo el lío de la sociedad, no, solamente detestaba los vestidos.

Notó a lo lejos que Geno atendía a uno de los chicos que vinieron casi hace tres semanas, los podía recordar porque pocas veces venían chicos y causaban tal revuelo, además que el otro con ropas que parecían de algodón seguía siendo quien le traía incomodidad recordar que la gente podía hablarle incluso cuando menos quería.

Su paz en ese día tan tranquilo pareció ser interrumpida, o mejor dicho pateada para que no volviera por el resto de la jornada por como Ink se sentaba a su lado y pasaba su brazo en su hombro, el escalofrío que le recorrió fue tal que casi bota un poco de café por el temblor de su brazos.

— Pal, perdona por el café, ¡Quería hablar contigo!

—...Sinner. —Saludó en voz baja, mientras se quitaba el brazo de encima— ¿No deberías trabajar?

— No ha sonado la campanita de un nuevo invitado, no trates de cambiar el tema, no ves que he estado días trabajando en recordar que debía hablar contigo.

— ¿Ah, sí? ¿Y de qué? Espero que no se te haya olvidado. —Dijo sarcástico Stave, sonriendo de lado al ver cómo Ink fruncía el ceño como si se hubiera dado cuenta de tal detalle.

— Ah, ¡Ah!, sí me acuerdo. —Entonces, hizo codo codo— Vengo a darte una proposición.

— Tengo hijos y esposa, no puedo aceptar tu propuesta de matrimonio.

— ¡Pff! ¡Pues de algo así trata el tema!

— ¿Q-qué?

Stave se alejó como si el mayor fuera un bicho horrendo, murmurando "violador" mientras Ink reía esta vez.

— No sobre eso, pal, si no como un trabajo en equipo.

— No me interesa.

— Con bromas a Geno.

— Cuéntame más.

— Me doy cuenta que sin vestido eres más fácil de hablar. —Comentó.

— Prosigue.

— Sí, bien, el punto trata que quiero que saques más confianza conmigo, como viene un trabajador nuevo acá podemos molestarle pero no podremos hacerlo si te pones tan cohibido.

— Ah... No prometo nada.

— ¡Por favor, Steve!

— ¡Ni siquiera sabes mi nombre! Es Stave.

— ¿No es lo mismo?

Stave suspiró rendido y miró la hora del reloj para levantarse.

— Me caías bien, Ink. —Y le dio un gesto de manos que dudaba que Ink se acordara, que significaba "muere" en gestos de señas, sabía que uno de los familiares de Geno era mudo y les enseñaron eso por el tema antes de cerrar— Pero pensaré la propuesta.

3 Sirvientes; 3 clientes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora