3 Sirvientes; 3 clientes.

21- Stave.

Dejó su mochila en el sillón, agotado de aquel día de trabajo, había sido muy incómodo cuando fue mirado por ese esqueleto y después, tener una "conversación" con él. No le gustaba eso, la mayoría de las veces era para reírse de su ridículo traje o halagarlo, cosa que tampoco le gustaba. Prefería pasar desapercibido, solo siendo un mesero y ya.

Sin embargo, el olor a comida recién hecha había hecho que sus complicaciones desaparecieran en un chasquido, acercándose a la cocina vio a su hermano haciendo las porciones para ambos, y lo que más le entusiasmó, no había nada dulce que le recordara al café.

— Si recibo esto cada vez que llegue del café quizás piense quedarme en ese lugar por un tiempo más.

— No te acostumbres, hermano, también debes aprender a cocinar tu propia comida, no siempre estaré yo o mamá.

— ¿Dónde está?

Blard suspiró risueño, siempre su hermanito escapaba de las responsabilidades y de sus enseñanzas, tomó los platos para ambos sentarse en la mesa.

— Salió. Con su pareja. Mañana volverá.

— Siento que soy un huérfano.

— Eres un hijo celoso. —Rió.

— ¿Pero tampoco te sientes así? Mamá siempre sale con su pareja esa.

— Tampoco tiene que quedarse acá mientras ambos estamos trabajando. —Tomó un sorbo de la bebida que sirvió Stave, pues compró una en el camino— Algún día también tú saldrás con algún pretendiente.

— Pff. Sí, Blard, sí.

Stave comenzó a reír, el mayor le observó sin dejar de esbozar su cansada sonrisa.

— No te rías de la posible verdad. —Stave comenzó a toser, a lo que Blard, rió bajo— O te vas a ahogar.

— ¡B-Bah! —Tosió— Ese día jamás va a —Volvió a toser, teniendo que secarse las lágrimas— suceder.

— Ya, ya, no llores, ya pasará.

Stave tomó toda su bebida, fulminando con su mirada al contrario, este suspiró, ya algún día su familiar tendría aquella bella experiencia, y esperaba que no tuviera problemas.