3 Sirvientes; 3 clientes.

31- Geno.

Estaba exhausto, pero ya pronto podía llegar a casa y descansar de un agotador día, la jornada fue soportar todos los ritos que hacía Ink con los nuevos empleados, actualmente Ccino, tuvo que buscar los vestidos nuevos por la mañana y presentárselo a su nuevo mesero, estaba seguro que podría soportar la presión de tener compañeros extraños, era muy amable y tenía habilidad con los gatos, le añadía más personalidad al café.

Era de noche, y desde hace unos días Ink no podía irse a casa junto a él pues pidió un permiso para salir una hora antes, estaba teniendo problema con su familia nuevamente y no podía negarle su solicitud, no vivía su situación pero debía ponerse en sus zapatos.

Bostezó, pero algo le había detenido súbitamente, una pequeña sombra en un árbol le llamó la atención, específicamente a solo dos metros de altura, quizás menos, un pequeño maullido había interceptado en sus oídos, y no tardó visualizar al pequeño minino que buscaba ayuda, su voz se hizo continua, del mismo modo que asimilaba a un llanto.

Geno dejó caer su mochila algo asustado, no quería pensar que el pequeño gatito cayera de la altura y se golpeara la cabeza provocando su muerte, miró a los lados viendo alguna forma de tomarle, pero no era tan alto como para alcanzarle, se quejó, pero no se rindió, no dejaría sufrir al pobre animal.

Subió al árbol desde una parte inclinada, y aprovechando que las ramas eran gruesas trató de tomar al pequeño, que seguía llorando en sus maullidos, retrocediendo al ver su mano, el de bufanda jadeó exasperado, se había afirmado anteriormente de otra rama para no caer pero tenía que avanzar. Apoyó ambas manos en la rama y se sentó sobre esta, así se inclinó para dar con él, no obstante, al atraparle, perdió el equilibrio, cayendo de lado.

El impacto nunca llegó, pese no se haya preocupado por ello al ser poca altura, brazos le atraparon, algo asustado miró a quien le había salvado de un buen golpe, y se sobresaltó al ver al de capucha negra.

— Llueven esqueletos, al parecer.

Reaper, dejó de pie a Geno que llevó al minino que temblaba en su bufanda para que tuviera calor, no sabía si agradecer o huir de él, no confiaba estar a solas en medio de una calle vacía.

— No es gracioso. —Se quejó— ¿Acaso me espiabas?

— De nada, y no, solo pasaba por ahí. —Se encogió de hombros, aunque al ver al minino sonrió ladino— Awn, si estabas salvando a un minino. ¿Es para tu café, no?

Geno le entró un escalofrío al ser recordado, tomó su mochila y le dio la espalda.

— Sí, iré al veterinario ahora, gracias, y adiós.

No esperó respuesta, y huyó por alguna calle para dar unas vueltas y después irse a casa, no se confiaba, y al estar en los brazos de la tranquilidad, le dio comida al gatito que había dormido en el trayecto, y llevarlo consigo para dormir.