32- Ink.

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Estaba bastante agotado, se reiteraba la ocasión que él y su familia comenzaban a disputar sobre sus propias creencias y la mente cerrada de su madre y hermano, era algo común, y estaba acostumbrado, siempre después de ello tenía horarios muy pesados como si fuera un pequeño niño castigado. Obviamente no le gustaba eso, pero por su propia torpeza, su hermano podría manipular su cuenta de banco y perder todo el dinero.

No pensaba denunciarlos, era su familia y les amaba pese fueran así.

Sin embargo justo tuvo que ser los días donde llegaba el nuevo empleado, haciendo que las bromas que tenía pensadas para Ccino fueran postergadas para cuando podía quedarse hasta la hora de salida normal. Eso sí, no significaba que se había salvado, Stave había colaborado y bañaron en la sala de empleados al nuevo con muchos pelos de gato que tenían guardado para la ocasión, el nuevo, sufrió un ataque de estornudos, pero al no ser grave, la risa de Stave había hecho alivianar el peso que tenía Ink, riendo a carcajadas.

Hoy, podría quedarse hasta tarde, pero se le había olvidado por completo avisarle a Geno, es más, ya estaba en la esquina cuando se dio cuenta de su equivocación, iba a devolverse pero prefirió entonces, aprovechar un poco del tiempo para ir al parque cercano antes que anocheciera, después pediría a su jefe y buen amigo un breve momento para aclarar su error.

Así entonces, tras revisar hermosos cuadros callejeros, y es más, participar en una actividad infantil de dibujos, regresó animado, estaba oscuro y era hora de cerrar el local, razón para ir apresurado hasta el de bufanda. Mas, algo le detuvo, una fuerza invisible que le impulsó a esconderse, debido que Geno no estaba solo, sino con su hermano Error también.

Iba con una ropa más formal, al parecer, una buena razón para meterse de forma casual y saludar, así podría halagarlo, empero se acordó que por intentarlo, se le había escapado un comentario más acosador que otra cosa y desde ahí había recibido miradas de rencor, ¿Qué tal si lo arruinaba otra vez? ¿O si no le perdonó?

Sintió... Nervios, algo que pocas veces sentía, y procuró no ser visto mientras escuchaba sus palabras que por la distancia no eran entendibles. Sus pupilas estaban inyectadas en el azabache, culpable de hacer que no pudieran hablar, le encantaba ese joven, su ceño fruncido cada vez que estaba disgustado de algo, o sus sonrisas llenas de sorna o burla al hablar con sus amigos.

Sabía en qué universidad iba por Geno, sabía bastantes cosas que se le escapaba de la misma boca de su jefe, y rápidamente las anotaba para no olvidarse. ¿Estaba enfermo de amor? No lo sabía, se sentía atraído y la opinión ajena le importaba, una situación que no acostumbraba, siempre era indiferente a lo que un segundo pensara, no era su vida, no eran sus decisiones, pero esta vez sí dependía mucho de lo que opinara el otro. Se sintió un cobarde, más cuando vio como giraban la esquina y quedaba solo, sumergido en un caos mental y un rubor al pensar fantasías dulces que dudaba que sucederían. 

3 Sirvientes; 3 clientes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora