No tenía que quedarse siempre en casa, le decían siempre cuando iba a terapias, después su familia le repetían eso, pero no hasta el cansancio, sino cuando era necesario decirlo y recordar, como ahora.
Aun así, quiso intentarlo por su cuenta y no esperar que su hermano se lo dijera, ya llevaba un mes en casa y no quería hacer el ridículo, no quería avergonzarse a sí mismo por estar en una crisis al tener apenas un descuido tonto, si fuera en trabajos de profesionales ahí estará colmado y no debía dejarse pisotear.
Esos ánimos se repitió en el espejo como hacía diariamente antes de partir al exterior y caminar. Tenía que permanecer tranquilo, sentir el sol de la tarde sobre sí entibiando sus fríos y sensibles huesos, le agradaba el hecho que pese estuvieran a mitad de año, el sol se hiciera paso al menos unos momentos.
Su tranquilidad perduró varias cuadras, sus pies se movían solos sin hacer más que caminar sin un rumbo establecido por su consciencia, y fue cuando se dio cuenta que estaba reconociendo varias tiendas, las mismas cuadras, los mismos detalles que recordaba por su rutina del trabajo.
Frenó en seco, sabiendo que iba hacia donde le provocó tal perjuicio, estaba justo en la cuadra a unos metros de la puerta del café, a metros de una terrible coincidencia que destruyó su paz interior con solo una mirada. El destino le hizo detenerse a la vez que al frente frenaba aquel esqueleto, el mismo de la chaqueta esponjosa, el mismo cliente que le había tirado el café sin querer.
Todo el incidente pasó por sus ojos, haciéndole sentir del mismo modo que esa vez, su pecho se oprimió, y el aire se cortó en su interior.
— ¿Eres Stave? —Preguntó él, pero su voz apenas resonó en su cráneo.
Sus visiones se hicieron presente, su rostro calmado se hizo cólera en su mente; sintió miedo, pánico, y sus manos temblaron de la misma forma como sus piernas flaquearon, no quería estar cerca de él, no quería recibir algún regaño por haberle tirado su café.
Atormentado y con las cuencas escociendo, tragó saliva y se dio vuelta tan rápido como su estabilidad le permitió, corriendo lejos, sin saber otra vez a dónde ir, no sabía si le seguían, pero le hacía sentir peor que la gente le estuviera viendo de esa forma tan débil. Quería a su hermano, quería a su mamá o al menos la cama donde podría esconderse hasta otro día.
No quería volver a ver ese espejo que le mentía y a la vez le decía la verdad.
Un tirón vino fuerte en su brazo, uno que quizá si fuera de madera le hubiera arrancado una extremidad, pero antes que pudiera reaccionar, sintió la brisa cortante frente a él, y su cuerpo pronto ser aprisionado por la suavidad de una tela.
Sus cuencas pese estuvieran abiertas, solo a los segundos pudo enfocar, estaba solo a un paso de estar en la calle, y un auto detenido en medio del cruce, había sido salvado, y no tuvo que esperar mucho cuando la voz de quien huyó cayó en sus oídos.
— ¿Estás bien...?
Stave estaba tenso, todavía en medio de su ataque, le costaba respirar pero al estar sus ideas tan dispersas solo pudo aferrarse a su desconocido Outer y llorar, estaba asustado, sin darse cuenta le habían salvado la vida, y no pudo más que decir que lo sentía.
— L-Lo siento... Lo siento...
Las manos ajenas pronto estuvieron mimando su espalda suavemente, además de su cráneo del mismo modo, se sentía como un niño pequeño, su orgullo caía pero en ese momento no le importaba, solo no quería mirarle a la cara, poder acurrucarse en la seguridad de su salvador.
Outer lo guió lejos del estruendo, y tras largos minutos Stave dejó de hiperventilar, allí le separó y le secó las lágrimas, una suave sonrisa con gestos preocupados fue lo único que el menor pudo ver, y avergonzado repitió.
— Lo siento... Por eso...
— No te disculpes... Yo siento mucho no poder haberte alcanzado antes, te hubieras ahorrado el susto...
—... Gracias...
— Es lo menos que podía hacer.
Stave se separó de sus brazos por completo, carraspeando mientras se pasaba la tela de su muñequera por sus ojos, ya más calmado, y si fuera humano, con la nariz roja se encogió de hombros.
— Me preguntaba... Del por qué no habías ido al local... No te he visto hace un mes.
— Yo... —Miró al su alrededor, al menos estaban solos y nadie más les había seguido— Es algo personal...
— Entonces no insistiré, pero me... alivia mucho que al menos estés vivo.
— Bueno... por poco no lo estaba.
Ambos sonrieron.
— No sé si agradecer que yo estaba allí si fui yo quien provocó que corrieras.
— Pft... Me hacía falta hacer ejercicio.
Outer rió al escuchar eso, y Stave no pudo evitar pensar que acababa de reír en una situación que solo Blard reiría.
— Welp... Al menos he sido funcional. —Se encogió de hombros— No te incomodo más...
—... Stave, me puedes decir así.
— Pues no te incomodo más, Stave, y espero pronto volverte a ver.
El de pecas vio como el mayor se había ido al camino contrario al café, y al perderlo, no supo por qué se sintió arrepentido de no detenerlo. Debía ocultarle lo que acababa de pasar, o por lo menos no contarle a su hermano que casi moría atropellado.
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3 Sirvientes; 3 clientes.
Fanfiction× ErrorInk × Afterdeath × OuterStave. × Capítulos cortos. Tres amigos, deciden ir a visitar un café donde trabajaba el hermano de uno, ninguno de ellos sabía que los tres Sirvientes los conquistaran a primera vista. #1 En Undertale 14/10/18 #20 en...