43- Geno.

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La insistencia ya era pan de cada día, o por lo menos tres veces a la semana en el cual tenía que soportar a un lunático acosador. Todavía no se acostumbraba que alguien estuviera siempre insistiendo en hablar con él y de una forma tan descarada, hasta llegando a soportarlo cuando se escondía en su receso en la zona de empleados.

Varias conversaciones habían tenido pero siempre terminaban de mal manera, Reaper hacía comentarios provocantes que le incomodaban a más poder y varias veces estaba tentado a golpearle con alguna silla. A finales del mes, parecía que solo iba para verlo, pues contaba y no compraba ahora nada, ignoraba a los mininos y solo iba a por él.

Pensaba denunciarlo, pero no quería hacer un escándalo, la sociedad siempre buscaba momentos de debilidad para que su local de café cayera en ruinas, cosa que al menos no pasaba todavía, pero que Stave llevara bastante tiempo si venir a trabajar más que molestarle, le preocupaba.

En el celular había llamado a Blard, quien le decía que estaba mejorando, había tenido ataques de pánico y en esos momentos era recomendable no salir o sería peor para su condición, al menos era cuidado por él y su madre que le cocinaba para que no se muriera de hambre.

Al menos esa noticia le había hecho suspirar aliviado, pero tal aire tuvo que devolverlo al ver como de la puerta de empleados entraba aquel hombre.

— Lo siento, Blard, debo colgar.

— Oh, Geno, no me dijiste que tenías pareja ~.

Geno había apagado el celular rápidamente para evitar que la voz de su acosador no se repitiera en la otra línea, no quería que su amigo supiera de lo que estaba viviendo pues Blard tan preocupado que era tomaría cartas al asunto. Frunció el ceño.

— ¿Qué te interesa? Es solo mi compañero de universidad.

— Pero no vas a la universidad.

— Fui, ¿Y es que te falta cerebro?

— Soy un esqueleto. —Sonrió, sentándose frente al de bufanda que trataba de matarlo con la mirada— ¿Cómo estás? ¿Me extrañaste, bae~?

—... Viniste anteayer, y al contrario, ojalá te atropellara un camión o algo.

Reaper se echó a reír, y se acercó un poco.

— No te atrevas a tocarme.

— ¿Quién dijo que lo haría? —Geno guardo silencio— Aunque es muy tentativa la idea. Mucho más si usaras un vestido.

El menor se estaba ahogando, arrugando el rostro sintiendo su rostro arder de molestia y vergüenza, pero logró reaccionar cuando la mano del contrario se acercaba a él, dándole un manotazo antes de empujar la silla ajena con el pie, Reaper casi se cae.

— Ni en tus sueños más húmedos, pervertido. Y no me llames Bae.

— Oblígame~.

Reaper se levantó, asustando a Geno, pero solo se alejó para guiñarle el ojo y bajar. El de bufanda suspiró aliviado, pero todavía rojo, ya sin saber qué estaba pasando, ahora sabía que ese idiota era capaz de hacer muchas cosas más sin su permiso... atemorizándolo. 

3 Sirvientes; 3 clientes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora