38- Ink.

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En su receso no sintió muchas ganas de molestar a los demás empleados y compañeros de trabajo, había encontrado por ahí un libro de recetas para hornear distintos tipos de pasteles o pastelitos, postres en general que causaban curiosidad en el de pupila de estrella.

Yo era su fuerte cocinar, era totalmente un distraído que podía quemar el café entero con solo calentar el agua, por ello solo se quedaba asomado en la cocina para ver lo simple que era preparar los cafés, saberse de memoria los procedimientos pero sin velocidad, lo hacían con una calma impresionante.

— No pases la línea, Ink. —Dijo Geno acercándose a su amigo, el mencionado sonrió divertido por lo dicho y negó con la cabeza.

— Soy una estatua.

— Muy bien. —Sonrió de vuelta, sentándose a su lado, la puerta que les conducía a la sala de empleados también conectaba con la cocina— Veo que has encontrado el libro que estaban buscando hace un rato el cocinero, ¿O es que tú lo sacaste?

— ¡No, no! Lo encontré. —Vio la portada en donde había un pastel rosado— Como no puedo hacer pasteles por lo torpe que soy, sacio mis deseos viendo el procedimiento.

Estaba bastante ilusionado con aquel tema, se notaba en sus propias pupilas que se iluminaban al pensar en los sabrosos postres que podría hacer, o lo divertido de prepararlo, rellenar con cremas, adornarlo con frutas u otras cosas, solo provocó que se le escapara un bajo suspiro en medio de todos sus sueños. El de bufanda notaba tal emoción que ha decir verdad no era tan común de verlo con sinceridad, siempre Ink se tomaba de broma muchas cosas pero cuando era verdad, su expresión cambiaba, del mismo modo cuando hablaban de Error. Era fácil de leer una vez se le conoce.

— ¿Qué te parece intentarlo? —Mencionó entonces el mayor, ganándose una mirada inquisidora del de vestido— Cocinar algo simple, con las sobras, en mi casa.

— ¿¡De verdad!? ¡Oh, eso sería genial! —Exclamó alegre, levantándose de golpe.

Geno solo el dedicó una sonrisa antes de reír, de verdad creía que estaba cuidando niños por donde vaya, aunque tampoco le molestaba, era paciente con ellos.

— Sí. Vamos cuando puedas.

— ¡Todos los días!

— No exageres. Ahora ve a trabajar, se te acabó el descanso.

Ink hizo un saludo militar y totalmente fascinado se fue a saltitos al lugar común de gatos. 

3 Sirvientes; 3 clientes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora