trigésimo séptimo amanecer

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Tras su problema y que Eren siguiera molesto, Levi ingenio un plan.

Era fácil, una cena romántica sólo ellos, su pequeño se quedaría al cuidado de Mikasa y Jean.

No muy convencido de dejar a su hijo Eren aceptó, no podía negar que el lugar al que lo llevo era hermoso, un ligero recuerdo de sus sueños llegó, un lugar llenó de estrellas sólo para el, como ahora.

Eren: Es hermoso.

Levi: Me alegra escuchar eso.

Eren: Levi.

Levi: No digas nada cielo, tengamos una noche donde sólo importamos los dos.

Eren: Esta bien.

Entre copas de vino y risas los dos llegaron a tropezones a su casa, Levi besaba el cuello de Eren mientras de manera torpe el castaño intentaba quitar la corbata que llevaba puesta el azabache.

Eren: Estúpida corbata.

Levi: Lo mismo digo de tu cinturón.

Cuando por fin lograron quedar sólo en ropa interior, llegaron al sillón, los besos se intensificaron al igual que las caricias.

Eren: Te amo grandísimo bobo.

Levi: Yo tambien te amo y si ahora me permites, te haré el amor hasta que nos cansemos.

Eren: Soy todo tuyo.

Levi separo las piernas de el castaño, deslizó por ellas la linda y diminuta ropa interior dejando a la vista el cuerpo completamente desnudo de su pareja.

Tomándose su tiempo los dos disfrutaban de la sensación eléctrica que producía el tocar su piel, de besarse y de amarse.

Me amaras al amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora