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El agua mojaba sus cuerpos, en ese instante sólo eran ellos dos, sin prisas, sin interrupciones, sólo ellos y su manera de amarse mutuamente.

Con cada caricia y roce de piel Eren soltaba suspiros que terminaban ahogados en los labios de Levi.

El recorrido de el baño a la enorme cama improvisada se dio entre besos que dejaban marcas en la piel de ambos.

Con una de las piernas de Eren sobre su cadera, Levi buscó la mejor manera de entrar sin lastimar al castaño.

Los gemidos, los pequeños gritos, los rasguños en la espalda de Levi, todo se conjugaba en una perfecta sinfonia que los dos componían.

Durante toda la noche los dos la pasaron repartiendo caricias y besos, palabras dulces y promesas para toda la vida.

Levi: ¿Para siempre?

Eren: Para siempre.

Me amaras al amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora