Quincuagésimo amanecer.

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El ruido insistente de un celular lo hizo abrir los ojos, al hacerlo el inmenso dolor de cabeza atacó.

De manera torpe contesto, de el otro lado de la línea se podía escuchar la voz de Kenny.

Kenny: ¡Enano! ¿cómo la pasaron ayer? ¿sirvió mi regalo? Te digo algo, el vino estaba adulterado, así que si Eren bebió de más al igual que tu, en estos momentos puede que venga en camino un tercer mocoso.

Eren: Hola Kenny, Levi sigue dormido, pero le diré que llamó.

Kenny: ¡Mierda!

La llamada se corto,  Eren le resto importancia, lo único que deseaba en ese momento era quitarse el dolor de cabeza.

Levi desperto sintiéndose igual de mal, buscó a Eren por la sala, supo donde se encontraba al escucharlo quejarse por la resaca.

Levi: Hola.

Eren: Quiero morir.

Levi: Yo también, yo también.

Eren: Kenny llamo.

Levi: ¿Qué quería el viejo?

Eren: Saber si el plan de el vino adulterado funcionó.

Levi: ¿Qué?

Eren: No grites, si dijo que adultero el vino, que para estas horas yo ya debería estar embarazado de nuevo.

Levi: Le diré a mi madre que el rompió su jarrón favorito ayer.

Eren: Será divertido verlo rogar por su vida.

Levi: Se lo merece, ¿Y si vamos a dormir un poco más?

Eren: Me parece perfecto.

Tras su sueño de cuatro horas, la pareja llego a la casa de Kuchel para recoger a sus retoños, en cuanto Levi vio a su tío adorado cruzar la puerta le dijo a su madre lo que el hombre hizo.

Kuchel: ¡Kenny Ackerman!

Kenny se quedó quieto al ver cómo su hermana salía de la cocina con un sartén, el apenas si lo pudo esquivar, claro no se salvó de la cuchara de madera.

Levi y Julie reían al ver al hombre rogar y lloriquear por misericordia.

Me amaras al amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora